Tenía puestas grandes esperanzas en el pajareo de ayer, ya que probablemente sea la última vez que pueda disponer de coche y compañía durante esta estancia, pero el viento incesante, violento y frío nos hizo pasar una jornada bastante desagradable; era uno de esos días en que, orientando convenientemente las patas del telescopio al llevarlo al hombro, uno puede incluso hacer sonar música...
a
Comenzamos la mañana (mis dos compañeros de piso, el chico que me acompañó la última vez y yo) en Utvälinge; lugar que ya conocía de haber venido con Javi el año pasado. Pero el panorama era bastante desolador, ya que el viento que soplaba desde el Báltico elevaba artificialmente el nivel del mar, no dejando apenas a las aves lugares donde posarse. Además la superficie estaba tan rizada que identificar los puntitos que nadaban a lo lejos era bastante desesperante. Ni aves marinas pues, ni escribanos, ni bigotudos ni nada de nada; nos fuimos de allí enseguida.
Algo más al oeste encontramos un cierto abrigo, peor la cosa estaba igual de parada. Salvó un poco la mañana el que también hubiera decidido refugiarse allí una oronda foca común que de vez en cuando asomaba sólo su cabezota de perro para respirar. Apareció en una ocasión también con una enorme platija entre las fauces, que se tragó sin más miramientos, sin masticar ni nada...
Algo más al oeste encontramos un cierto abrigo, peor la cosa estaba igual de parada. Salvó un poco la mañana el que también hubiera decidido refugiarse allí una oronda foca común que de vez en cuando asomaba sólo su cabezota de perro para respirar. Apareció en una ocasión también con una enorme platija entre las fauces, que se tragó sin más miramientos, sin masticar ni nada...
Pero pocas plumas había por allí... unos éideres comunes Somateria mollissima machos en plumaje de eclipse se atusaban las suyas, mientras las golondrinas y aviones zapadores más retrasados en su viaje a África avanzaban patéticamente contra el viento, rozando casi en su avance la superficie del mar. Me fui de allí medio contento sin embargo: un cuarto por la foca y otro por un simpático bisbita costero Anthus petrosus que se nos posó bien cerquita; el segundo que veo...
Paramos un rato en los estanques de Hasslarp, que nos quedaban junto a la autovía en el camino de vuelta. Bastante paterío, pero nada del otro mundo; y además se puso a llover al poco de llegar allí, así que tiramos en seguida hacia Helsinborg para comer algo.
Sí que me hizo gracia sin embargo ver algunas cajas nido para porrones osculados que estaban allí instaladas sobre el agua. Y es que aunque a nosotros nos suene raro porque ninguna de nuestras especies lo hace, algunos patos crían en agujeros de los árboles...
Última parada después de comer en los estanques de Örtofta (ya a las puertas de Lund), parte del sistema de depuración de una factoría azucarera y un lugar aparentemente anodino donde sin embargo suelen aparecer bichos raros con relativa frecuencia.
Pero estaba visto que hoy no era el día; y este juvenil de correlimos común Calidris alpina parecía bastante aburrido, sin apenas amigos con los que departir... Una última alegría con la que compensar la visita fue ver un ejemplar de lavandera boyera de la subespecie escandinava (thunbergi), bastante distinta de las usuales en España. En fin; aunque sé que por ahí abajo también estáis teniendo vuestras tormentas y demás, estoy deseando pasar todavía algo de calor antes de que nos pille el invierno...
No hay comentarios:
Publicar un comentario