31/5/14

Autoempleo

Estando las cosas como están para los biólogos (para los demás también, pero hablo de lo que conozco), por mucho miedo que dé emprender algo por libre, parece evidente que cada vez más tocará apostar por el autoempleo. Ya os hablé en febrero de las aventuras empresariales de Mario, y hoy quiero daros a conocer otro proyecto:

Lobisome Naturaleza es el nombre de la empresa de ecoturismo fundada por Carlos y Marta, exalumna y buena amiga. Con sede en la Sª de la Culebra, se especializa (aunque no sólo) en el lobo y todo lo que lo rodea. Cuando uno sabe poco, pero tiene ganas de aprender, del campo se disfruta muchísimo más cuando un guía experto nos enseña a mirar. A nadie le suena raro lo de contratar un servicio de guía para visitar cualquier museo o una ciudad antigua, por ejemplo; pero no termina de calar lo de hacer lo mismo para que alguien nos interprete la naturaleza. Yo sabéis que siempre os invito a venir conmigo de excursión, jeje; pero si no, mejores guías que los de Lobisome no os puedo recomendar.

30/5/14

Bichos a cascoporro (Cazorla, y III)

 Vamos ya con alguna foto de bichos, que sé que lo estabais deseando, jeje... Que no os asuste ver que empiezo la entrada con mariposas, que no pienso pasarme (todavía) a la moda de los lepidópteros: como os decía ayer, hay demasiados, y a mí me gusta poner nombre a lo que veo. Ésta sé que es una Argynnis sp., pero no me preguntéis cuál de las cinco; y mira que son pocas... Ahora que la composición ha quedado bonita, ¿eh?

 Esta otra en cambio, como no se confunde con ninguna otra y puedo ponerle nombre, pues ya me gusta más: es una cuatrocolas o mariposa del madroño Charaxes jasius. La segunda que veo, y en el mismo lugar que la primera. No se aprecia en la foto porque no hay con qué comparar, pero es una mariposa no sólo muy bonita, sino muy grande. Es muy bonita por debajo también, muy "tropicaloide"; y de hecho es si no me equivoco la única representante europeas de las como 400 especies de charaxinos. Mientras que la mayoría de mariposas se pirran por lo dulce, a éstas les tira más agrio y lo salado, y antes que en flores es más sencillo encontrarlas libando en fruta pasada, carroña o heces; como la de la foto, que por suerte voló a una zona más despejada y no tuvimos que fotografiarla tal cual la encontramos, deleitándose con una mierda de perro.

 Pero basta ya de mariposas. En Cazorla nos encontramos con multitud de lagartos ocelados Timon lepidus; no se ve muy bien en la foto, pero el macho de la imagen era descomunal. Vivía bajo esa gran roca con su señora; roca bastante mal escogida, por cierto, pues estaba junto al camino y los pobres no paraban de esconderse cada vez que pasaba alguien. Y será por gente en Cazorla...

 Tras las últimas novedades taxonómicas, cada vez está más difícil ver una de las antaño corrientes lagartijas ibéricas Podarcis hispanicus; menos mal que en Cazorla la que hay sigue siendo la original. Aunque no es algo que siempre se cumpla, en muchas poblaciones de ésta y las especies hermanas los machos como el de la imagen muestran un patrón dorsal muy reticulado...

 ... y las hembras en cambio uno rayado; como la gordita de la imagen, a la que no le debía de quedar mucho para desovar.

 En cualquier caso hablar de lagartijas y Cazorla es hablar de la lagartija de Valverde Algyroides marchi, especie amante de la humedad y exclusiva de estas serranías (pongo foto de Vero porque las mías, aunque mejores que las que le hiciera dos años antes, siguen sin hacerle justicia a la especie). Tardamos mucho en verlas y creí que nos íbamos de vacío, pero finalmente dimos con algunas y mis acompañantes se la pudieron tachar.

 Cuando ya estábamos volviendo el domingo, un griterío de arrendajos alborotados nos hizo detener el coche, y enseguida dimos con la causante de tanto revuelo: un águila calzada Aquila pennata posada junto a la carretera y que, impasible, se dejó hacer un millón de fotos desde dentro del coche. De nuevo, foto de Vero.

 Aunque para impasible el zorrete éste, al que teníamos tumbado tan pancho cuando nos paramos a un metro de él. Muchos animales cazorleños están tan acostumbrados a la comida de los turistas que ya veis lo preocupados que se les ve...

 ... al zorro o a los cochinos que bajan a comer a las terrazas de los restaurantes (en Arroyo Frío, en este caso). El gustito que da alimentar a los animales silvestres es difícil de superar, y conseguir que la gente no haga estas cosas es casi tan difícil como conseguir que no eche yo la mano a los bichos que veo; pero estaría bien conseguirlo. Estos bichos que se arriman tanto, de una están siempre expuestos a que un coche les pase por encima, y de otra suelen ser los que más problemas causan mordiendo a la gente cuando les da por tocarlos.

 Es difícil, digo, pero se puede, igual que me voy reformando yo: al volver el domingo paramos a comer a la vera de un regato entre Jaén y Albacete, y a la otra orilla bajó a beber una culebra de herradura Hemorrhois hippocrepis bastante grande, que se marchó luego tan tranquila, sin que yo le tocara las narices :-)

Entre la hierba de la orilla del riachuelo nos encontramos esta parejita, un bicho que me hizo mucha mucha ilusión ver: no sólo por lo que me gustan en general las mantis, sino porque la pequeña Apteromantis aptera (no, no tiene alas, por si lo dudabais :-p), que nunca había visto antes, es una especie bastante localizada, endémica del sur peninsular.

...Y una foto de los tres bichos de siempre para terminar. Para terminar con la entrada, con la breve serie sobre Cazorla y con el mes de mayo. Y a ver si en junio empieza de una vez a hacer calor...

29/5/14

Contando flores (Cazorla, II)

 No sé si me convence mucho esto de haber separado en las entradas paisajes jienenses por un lado y criaturas por otro, pero ya es tarde para echarse atrás... ea; vamos pues con algunas fotos de flores de las que no se ven a diario por Madrid, y a ver qué tienen que contar:

 Ésta es sin duda la más rara de las que vimos: la Pinguicula vallisneriifolia; bonita planta carnívora endémica de los cañones rezumantes de estas sierras, que lucía, con sus flores de un lila tan pálido que casi parecían blancas, bastante más hermosa que cuando fuimos a finales de verano.

 ¿La reconocéis? Es también la segunda vez que sale en el blog... La Digitalis obscura me la había tachado cerca de Granada en un sitio bastante similar a éste, hace casi un año. Mira que son pocas las dedaleras que crecen en la Península, apenas seis; y ya me da que este año me quedo sin ver las dos que me faltan...

 Una especie nueva para el caballero: el ajo amarillo Allium moly, que no se puede decir que pasase desapercibido con unos colores tan encendidos. Buscando qué especie podría ser ésta vi que lo que sobran en España son especies del género Allium... e hizo aparición la pereza: pereza que surge de la desesperación, desesperación que nace de la dificultad que tiene uno con muchos grupos de plantas de poder ponerle nombre a lo que ve en el campo, sin necesidad de concienzudos análisis de detalles microscópicos o moleculares. Con muchos grupos de plantas o de invertebrados, ya puestos. Menos mal que otros menos perezosos que yo se encargan de ir poniendo nombre a las cosas.

 Y una simpática orquídea, y otra especie nueva. Por los pelos, porque esta Ophrys apifera es la única que vimos de su especie... y además estaba bien escuchumizada la pobre.

Nada más por hoy; cierro con una composición de gladiolo silvestre y lagartija colilarga. Y así empalmo flores con bichos, aunque ya será en la siguiente entrada...

28/5/14

Nunca digas...

Año y medio hace ya que dije, bocazas de mí, un sentido "adiós" a la docencia complutense, sin imaginar que este año mi condición de colaborador honorífico me iba a permitir disfrutar de unas cuantas horas de regalo: ayer terminamos las prácticas de Bª Evolutiva, que tan bien me han venido para recordar mucho y aprender más... para eso y para dedicarme un poco al alumnismo, claro. Aunque este año las prácticas se han prestado poco a la charla, os dejo con bastante pena a todos... No voy a volver a decir que "hasta aquí hemos llegado", porque a la vista está que el hombre propone y Dios dispone; pero sí tiene pinta de que vaya a tardar en ponerme de nuevo frente a un grupo de chavales... pobres: se pierden un profesor bien pintón.

27/5/14

Aguas azules (Cazorla I)

 Este fin de semana por el Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, el que creo sigue siendo el mayor espacio protegido de España, que ocupa buena parte del este de Jaén; el cielo ha estado de todos los colores, pero allí donde se juntaba un poco de agua enseguida se ponía esta azul, con el azul propio de los remansos de las zonas calizas, cuyas sales hacen que luzcan tan bonitas y a la vez sepan tan mal al beber del grifo.

 Aunque estas sierras tienen mucho monte, mucha quebrada y mucho pino, sus parajes más conocidos no se alejan nunca mucho del agua. Vero, Raquel y yo visitamos varios de los lugares donde yo ya había estado, como la zona de pozas cristalinas donde el arroyo de las Truchas descarga en el río Borosa...

 ... o en el mismo Borosa aguas arriba, cuando se encañona en la cerrada de Elías. Cazorla es un lugar sumamente turístico, donde cada dos pasos se encuentra uno con un hotel o un cámping; pero incuso los lugares más visitados como éste estaban relativamente tranquilos este fin de semana.

 Y en otros como el nacimiento del Guadalquivir, que como tantos otros ríos de zonas calizas parece manar directamente de la roca, apenas había nadie; también supongo porque el día se había puesto feo de narices.
Esto el sábado. El domingo, tras parar brevemente a hacer la foto que abre esta entrada, del mismo Guadalquivir algo más crecidito en el embalse de El Tranco; cambiamos de la vertiente atlántica a la mediterránea, a la sierra de Segura, donde no había estado antes. Y vimos el nacimiento del río que le da nombre...

 Que también aparecía "de la nada", pero con mucha más clase, ¡dónde va a parar! La verdad es que la poza profunda y profundamente turquesa de donde surge el Segura se daba un aire exótico, tropical, a cenote mejicano; que no parecía pegar con los riscos áridos del entorno.

Y dejando atrás en su risco el orgulloso castillo de Segura de la Sierra salimos corriendo a Madrid, para llegar por los pelos antes de que cerrasen las mesas electorales. He puesto hoy sólo paisajes y lugares, pero con nosotros el campo sabéis que es también bichos y flores. Irán llegando...

24/5/14

Recopilación zoológica de La Voz...

Una tempranera y esperpéntica serpiente (literal) de verano, ha dado pie a La Voz de Galicia a realizar una recopilación de noticias de ésas para rellenar páginas, todas en la línea más pura de este insigne diario... que la disfrutéis.

23/5/14

Swarming

El pasado miércoles me acerqué a medio día a comer a Moncloa con Álex, y al volver a la Facultad, su vista cada vez más entrenada desde que puso un pie en el Departamento descubrió algo que yo no había visto tampoco antes: termitas enjambrando. Resulta curioso lo parecidísimas que son las vidas de termitas y hormigas, sin ser en absoluto ambos tipos de insecto parientes cercanos... Entre otros mil detalles, las termitas también enjambran: machos y hembras reproductores abandonan a la vez la colonia para elevarse en el cielo en un viaje de bodas del que sólo algunas hembras regresarán al suelo, ya fecundadas de por vida, para buscar otro leño muerto en que iniciar una nueva colonia.
Una diferencia está, eso sí, en que las termitas suelen enjambrar en primavera, y las hormigas al final del verano. Swarm, se dice enjambre en inglés; una palabra que me gusta porque, aunque no tenga seguramente relación, suena a warm: cálido. Termitas y hormigas suelen enjambrar justo después de una tormenta, y escapando también de las lluvias y buscando el calor huyo yo hoy también de Madrid hacia el sur, con Raquel y Vero otra vez, a Cazorla. A la vuelta nos vemos pues, aunque os he dejado una tontería programada para que leáis mañana si os aburrís de tanta reflexión electoral...

22/5/14

Antes de una tesis

 
Cuando ya cantábamos victoria creyendo que el invierno era un mal sueño del pasado, el cielo se puso juguetón y nos regaló ayer un día cuajado de tormentas... ¿Y qué mejor para un día así, me diréis, que escaparse a Valdetorres? Pues efectivamente no había nada mejor; al menos árboles que atraigan los rayos no hay, ¿no?
Justo un año después de que Miche y una embarazadísima Elena se fueran "para siempre" de Madrid, les ha tocado volver a los tres para que el orgulloso padre presente esta tarde su tesis. Y como forma de liberar tensiones, al atolondrado doctorando no se le ocurrió nada mejor que llevarse al miembro italiano de su tribunal a tacharse las avutardas. Y yo ya sabéis que no necesito mucho para dejarme liar, así que para allí que nos fuimos...

La historia fue en realidad un poco más compleja: Diego llegaba en un vuelo a las cuatro de la tarde, y se supone que debíamos esperarlo en Barajas y salir de allí hacia Valdetorres. Peeeeero... su avión llegó con dos horas de retraso por fallos técnicos, y en realidad eso nos salvó la tarde: hacia las seis y media es cuando con más fuerza apretó la tormenta, y gracias a ese retraso el agua nos pilló todavía en el coche y no ya en descampado. De hecho salimos del coche, vimos las avutardas y volvimos al mismo en el intervalo justo entre un chaparrón y el siguiente, disfrutando de la mezcla de colores imposibles de los cielos negros y los trigales brillantes. 

A posteriori resultó que el del tribunal ya había visto avutardas antes... espero al menos que agradezca el esfuerzo y se porte bien con Miche hoy. En realidad dio un poco igual: creo que fue precisamente Valdetorres el primer destino al que llevamos a los italianos, precisamente con las avutardas como objetivo; así que en lo que a mí respecta la escapadita de ayer fue el colofón perfecto al recorrido predoctoral de Miche. Me alegra poder decir ademas que lee una tesis "a la italiana", y que no bien remate aquí esta semana,la que viene empieza ya una etapa postdoctoral de año y medio en Sicilia. A ver si a otros nos va tocando ya pronto...

19/5/14

Dos "nuevas" lagartijas

Podarcis guadarramae guadarramae; ¡armchair tick para el caballero! Perdón por tirar de la primera foto que encontré en el disco duro...
 Os dije hace unos días que tenía una novedad lagartijosa que comentaros, pero no está relacionada con las colilargas que me tienen absorbido estos días, sino con las humildes lagartijas "de pared", las Podarcis hispanica (hispanicus, ahora) de toda la vida... resulta que nos toca añadir, no una, sino ¡dos! especies endémicas a la lista peninsular... Todo el rollo comenzó en 2008, con la publicación del trabajo en el que por primera vez se analizó en profundidad la estructura genética de la especie a lo largo y ancho de su área de distribución:

La figura clave; el artículo en el que aparece puede consultarse gratis aquí
Lo que el colorido mapa de arriba y el árbol al pie que lo acompaña venían a decir es que lo de considerar la lagartija ibérica como una única especie de aspecto externo muy variable no se sostenía ya más tiempo; entre otras muchas razones, porque otras especies tan incuestionables como la lagartija de Bocage y la de Carbonell (verde oscuro y rojo en el mapa) aparecían "insertadas" dentro de la misma. Vamos, que tocaba ir poniéndole nombre (ya fuese a nivel específico o subespecífico, según el grado de divergencia genética) a cada un de las manchas coloreadas de arriba. Y poco a poco los nombres fueron surgiendo: el de P. hispanicus quedaba limitado a las lagartijas de la zona verde claro del SE peninsular, y además se añadieron P. vaucheri (la lagartija andaluza, verde oliva) y P. liolepis (la lagartija catalana, amarillo). Y ahora, con un trabajo recentísimamente aparecido en Zootaxa, sumamos P. guadarramae (con dos subespecies: guadarramae la de la zona centro y lusitanicus la del NO peninsular) y P. virescens, la mancha rojiza. Y quedarían sólo por nombrar las formas africanas que quedan un poco atpc en Túnez y el Anti-Atlas, y las extrañas lagartijas murcianas azul celeste que aparecen enclavadas en territorio hispanicus.

¿Y cuántas de éstas he visto yo ya? Bueno, pues casi todas, creo, porque he visitado muchas de las "manchas", y lagartijas ve uno un poco por cualquier parte. Pero claro, si bien sé por ejemplo decir cuándo he visto P. guadarramae por última vez (ayer, jeje), no soy capaz de poner fechas concretas a mis encuentros con las P. virescens extremeñas, por ejemplo. Ea, tocará "retacharse" unos cuantos bichos...

PD. Y ya es casualidad, hombre... escribo en EMNMM sobre los narcisos poniendo una foto mala de N. confusus, y al día siguiente saco un montón de ellas en La Granja. Sale este mes el artículo de las lagartijas, y justo van y me cambian de nombre a las de Madrid...

18/5/14

"Ramonda, te quiero..." (Guarismos, y VI)

 "La Ramonda es la más rara de las flores de mi pueblo...
Ramonda, te quiero...
H'aguantau desde el Terciario creciendo en el Pirineo...
Ramonda, te quiero...
Tiene azúcar en las hojas p'aguantar el sol y el hielo...
Ramonda, te quiero..."

 La oreja de oso Ramonda myconi: esta florecilla bonita, pero en apariencia trivial, es sin duda lo que más gracia me hizo ver durante nuestro viaje. Sus hojas vagamente romboidales, verrucosas y cubiertas de vello hirsuto la hacen fácilmente reconocible, incluso cuando sus llamativas flores lilas con una curiosa disposición de las piezas sexuales no están presentes. La Ramonda es especial por ser una de las poquísimas especies de la familia de las gesneriáceas, mayoritariamente tropical, que vive en Europa; estando presente aquí como un relicto del cálido y ya lejano Terciario. Curiosamente además para una especie de vocación tropical, vive sólo en paredes rocosas del Pirineo y el Prepirineo, soportando los rigores climáticos correspondientes. Tan adaptada está de hecho que es perfectamente capaz de desecarse (ya sea por las heladas o por el justiciero sol de verano) y de "volver a la vida" en cuanto vuelve a haber agua disponible, pues sus células están cargadas hasta los topes de un azúcar especial que evita los desajustes fisiológicos que produce la falta de agua. Todo eso hace notable a la pequeña Ramonda, pariente de flores tan comunes en nuestras casas como la violeta africana o la gloxinia.

Siendo una especie tan peculiar, uno tiende casi inconscientemente a pensar que será además muy rara y difícil de ver, pero ¡qué va!: yendo todo el tiempo por cañones y cortados, nos encontrábamos ramondales casi a cada paso; hasta en eso es maja la plantita...

Y tras desvelar la identidad de la "flor misteriosa", cierro la serie de entradas sobre nuestro viaje a Guara en el puente de mayo con una cancioncita, que ya hace tiempo que no pongo vídeos. Tanto Raquel como Vero contaban con abundante material sonoro para el viaje, así que me ha costado decidirme por cuál ha sido la canción del viaje... así que pongo "una", sin más. Y la recomendación de pasar por Guara os la hago desde ya.

17/5/14

San Juan de la Peña (Guarismos, V)

Dejando Sabiñánigo, salimos el último día hacia el oeste y hacia el norte, a los primeros montes propiamente pirenaicos. Nuestro destino: San Juan de la Peña, un pequeño monasterio con más joyas románicas por metro cuadrado que cualquier otro. ¿Y qué pasó? Que por un mal cálculo de tiempo y una elección errónea de las carreteras nos quedamos sin verlo, me temo. El monasterio viejo, el "bueno", está pegado a la base de un escarpe rocoso, como el de San Martín que os enseñé hace uno días. El de la imagen, el nuevo, está en una amplia pradera abierta en el bosque que crece sobre ese mismo escarpe.

 Bosque muy denso y variado: en Pirineos se deja notar la influencia centroeuropea en los bosques, haciendo que haya una diversidad media por superficie de árboles mayor que en el resto de la Península.

 Este bosque se supone debía ser el lugar donde Vero se tachase, si no de vista sí de oído, el picamaderos negro Dryocopus martius, pero por más que lo buscamos p'arriba y p'abajo el dichoso pájaro carpintero no se dignó en aparecer. En cualquier caso el sitio staba lleno de flores y detalles curiosos, como este tronco cuyos hongos me recordaron las rocas costeras alfombradas de Padina pavonica... ¡qué ganas de pillar el mar!

 Atravesando este bosquete acaba uno encontrándose con "el balcón del Pirineo", nombre bastante correcto para un lugar con unas vistas ciertamente pintorescas.

 Aquí descubrí que la cámara que me regalasteis por mi tesis hace fotos panorámicas también, jeje.

 Saliendo del bosque ladera arriba la vegetación se va aclarando  el monte estrechando, de forma que se acaba por tener una perspectiva bastante buena de ambas laderas, y de cómo cambia el horizonte según se mire hacia uno u otro lado. Y con esta visión nos despedimos de los montes, hasta que toque volver... a poder ser, repitiendo compañía :-)

¡Venga, va! ¡Algún bicho había que poner, que quedaba la entrada si no muy sosa! Y qué mejor que una lagartija colilarga Psammodromus algirus, mi nueva especie modelo... con las rayas bien marcaditas, como corresponde a los ejemplares del este peninsular.

15/5/14

Nocito feliz (Guarismos, IV)

 La mayoría de los senderos turísticos de Guara salen de la vertiente sur de la sierra, pero el que hicimos el día tres no: partiendo del pueblo de Nocito (abandonado en tiempos y recuperado por una colonia de expatriados franceses) sale la ruta del barranco de La Pillera, que baja primero rumbo sur siguiendo el cauce del Guatizalema y después vira bruscamente al este, remontando el barranco que le da nombre.

 El entorno del pueblo aparece alfombrado de prados de siega, donde buscamos sin éxito (aunque sin mucho entusiasmo, justo es reconocerlo) lagartos verdes Lacerta bilineata, especialidad del cuadrante NE peninsular que me taché en su día en la Sierra de la Demanda durante un muestreo curruquil.

 Pero la senda enseguida comienza a pegarse al río y a encañonarse. Al girar hacia el este, una de las laderas se orienta hacia el norte y la otra hacia el sur, y la vegetación que crece en ambas no tiene apenas nada que ver:

 En la orilla norte, que mira pues al sur, crecen encinas y unos "quejigos" muy especiales, que estaban justo brotando. Estos robles Quercus  gr. cerrioidespropios del Prepirineo, son híbridos estables naturales entre el quejigo verdadero Q. faginea y el roble pubescente Q. humilis.

 Mientras, la otra ladera recibía la sombra de pinos silvestres, hayas y algún que otro abeto aislado.

 La senda como digo iba todo el rato junto al agua, tanto que a veces (muchas veces) había que atravesar el cauce. Esto no era muy complicado en zonas como ésta, donde podía hacerse de un simple salto...

 ... pero en otras, si uno no quería arriesgarse a resbalar y caer con todo el equipo, había que descalzarse y tirar directamente a través del agua. Esto al ir, pues al volver, ya más experimentados en la detección de las piedras adecuadas, pudimos cruzar el río a pie enjuto todas las veces. En total 30 fueron las ocasiones en que tocó ir cruzando de un lado a otro entre la ida y el retorno.

 La ruta de todas maneras fue reservando sus tramos más pintorescos para el final, como la badina (estanque) del Estañonero, donde comimos...

 ... o el "Brazo de Mar", una cueva que descendía en fuerte pendiente y se llenaba rápido de agua, que realmente lucía de un azul muy atractivo a la luz de las linternas.

 Ya justo al final de la ruta, la sorpresilla final, que me temo que no se ve nada bien en la foto: el agua del barranco manaba, ya con buen caudal, directamente de la roca, pues éste se originaba bajo tierra. Resulta curioso siempre estar en la cabecera de un río; de pequeño fantaseaba a menudo con la idea de ir a Fontemiña con un sacho y desviar la cabecera del Miño, que me imaginaba como un hilillo de agua, para ver si al volver a Orense el río se habría secado...

 Algún bicho toca ya, ¿no? Como esta lagartija roquera Podarcis muralis, especie norteña que buscaba el frescor de la vera del cauce, dejando a la lagartija catalana las peñas más altas y abrasadas por el sol.

 Me hizo gracia esta pareja de zapateros, entregados al amor sin que por ello la hembra desatendiese su almuerzo.


 Y me gustó también descubrir la curiosa forma arriñonada de los cotiledones de las hayas.

 Parando con cada bicho, con cada planta y con cada vado, echamos mucho más tiempo en ruta del que teníamos previsto, pero bien mereció la pena. Después teníamos en mente terminar de rodear toda la sierra, viéndola ya más desde el coche y fiándonos más bien poco del GPS, que en ocasiones nos anunciaba que pasábamos por pueblos que no es que fuesen fantasmas, sino que directamente ¡no existían!

 Sí paramos a ver el dolmen de Ibirque, uno de los muchos vestigios megalíticos de la zona.

Y llegamos al seguramente precioso pueblo de Álquézar ya bien entrada la noche, cuando nuestra idea original era parar allí "a tomar un café". La vuelta después a Sabiñánigo fue bastante matadora, pero ¡y lo bien que lo habíamos pasado...!