31/8/13

Por muchos motivos...

Por celebrar mi cumpleaños, básicamente. Pero también por ponerle un broche de oro a este mes de agosto tan viajado... por el vicio de tacharnos dos especies nuevas... porque habrá que aprovechar el último fin de semana en que podamos bañarnos en el río... porque nos lo pasamos los dos muy bien juntos, y más en el campo, en definitiva :-) Sea por lo que fuere, hoy hacemos (oootra vez) las maletas y nos vamos Javi y yo a Las Batuecas; a intentar ver en el lado salmantino del extremo occidental del Sistema Central las dos lagartijas que nos quedaron pendientes el año pasado (de las que di cuenta en tres entradas por lo demás bas - tan - te celebradas). Pues ea; el lunes os emplazo para descubrir qué tal se nos dio...

30/8/13

Siempre nos quedará La Voz...

Llevo tanto tiempo tirando de Canarias ara rellenar estas entradas, que ya he perdido la costumbre de ir cada día atento a la historia que os contaré el siguiente... así que mientras recupero la comba os enlazo la entrada de ayer de JaviP; que a su vez reproduce una noticia de La Voz de Galicia de ésas que tanto nos gustan (por / ejemplo)... bien merece la pena que la leáis en grande.

29/8/13

Una semana de agosto

 Como podréis suponer, esta semana transcurrida desde que volvimos he hecho algunas cosas más que redactar las entradas sobre el viaje a Canarias y envejecer un poquillo (guiño-guiño); aunque tampoco mucho más, para qué nos vamos a engañar... He estado yendo a la Facultad, eso sí, que se está más acompañado que en casa: esta semana ya están de vuelta todos los becarios, cada uno con sus historias veraniegas (o la falta de las mismas). Vino además Miche desde Italia a arreglar unos papeles, así que pudimos felicitarle por su recién estrenada paternidad.

 He recogido las tesis impresas también, que aunque sea una tontería hace bastante ilusión; olerlas y tal... Además que ya iba siendo hora de mandárselas a los miembros de tribunal, para que el 16 tengan algo de lo que hablar. Estoy preparando esos días la presentación, justamente. Al principio me costó lo suyo arrancarla, pero ya va bastante bien... o eso creo; ya me lo diréis los que podáis pasaros. Muchas gracias a todos, ya de paso y públicamente, por vuestros mensajes tan amables a lo largo de estos días :-)

¿Os suenan, esas casas colgaDAS tan conocidas? Pese a lo convencido que estaba tras el viaje a Canarias de que ya estaba cansado de viajar este mes y de que quería descansar, la tentación de pasar fuera los fines de semana está siendo últimamente demasiado dura de llevar... y en Cuenca me planté, para visitar a Bea y volverme ya con ella a Madrid el domingo. El sábado lo echamos en el monte, visitando la bonita laguna de Uña y aprovechando para darnos el ¿último? (ojalá que no, pero...) chapuzón del verano en el embalse de la Toba; y el domingo tocó ruta urbana. Muy bonito todo; y además muy bien acompañados casi todo el tiempo por sus amigos y parientes. Había estado en Cuenca de chaval, pero apenas recuerdo nada más allá de haberme tachado el trepador azul y el gato montés en la Ciudad Encantada...

Bueno, en resumen: que el regreso está siendo bastante suave... y como tengo la sensación de estar de vacaciones desde que deposité la tesis, pues nada de síndrome postvacacional. "Pena biológica" en todo caso, al ver a golondrinas y abejarucos juntarse por las tardes a comer sobre el Botánico, preparando las maletas (de grasa). Pena de ver amarillear los chopos ya más de lo que me gustaría.... pena por otro verano que se nos va. A ver cuándo llegan las invernantes :-)

28/8/13

Miscelánea (Expedición Autodate, y VIII)

 Doy por concluida hoy esta serie de entradas sobre nuestro periplo canario con una serie de temas que pude haber mencionado en entradas anteriores, pero que se fueron quedando así un poco descolgados. Otros tantos podrían haber entrado, pero... siempre habrá tiempo de hacer una entrada de repesca.

- El porqué de un nombre. En los días previos al viaje, durante los que Javi tanto se curró la preparación del mismo; entre las muchas cosas que encontró fue el vídeo del programa de Un país para comérselo dedicado a La Gomera. Me insistió en que tenía que verlo, tanto por los paisajes como por ir haciendo hambre de cara a lo mucho y bien que íbamos a comer (que al final no fue ni por asomo tanto como los del vídeo, pero bueno...). Y entre otras cosas, mencionaban en el programa el nombre de una variedad de patata, la autodate; y explicaban el origen de tal nombre (enlace; bajad hasta la "p"). Tan chocante me pareció, que se lo puse de nombre al viajecito. Y así se quedó...

 - Nuestro primer perenquén. Os dije en la entrada del botánico de Icod que no eran los que vimos allí los primeros perenquenes del viaje, sino que nos habíamos tachado la especie la noche anterior. Pues así es como fue: volvíamos ya de noche por la autovía tras haber pasado la tarde en Guaza, y de repente se cruzó en nuestro camino el neumático de un camión que acababa de pinchar. La rueda negra apareció de la nada sobre el negro asfalto, y sin posibilidad de reaccionar y hacer otra cosa la embestimos a toda velocidad... el impacto fue bastante fuerte, pero gracias a Dios los airgbags no saltaron, la rueda desapareció y seguimos derechitos como si nada. Salimos, claro está, en la primera salida que encontramos, a ver si al coche le había pasado algo. Coincidió que era la de Candelaria, y coincidió que era la víspera de la (segunda) fiesta; y el corto trecho que hicimos hasta una gasolinera estaba abarrotado de gente, y la gasolinera más llena todavía. Arrimamos el coche y vimos el percal: no había sido mucho, pero se había roto el radiador y el refrigerante goteó hasta secarse. Total, que apenas día y medio después de haberlo cogido tuvieron que cambiarnos el coche por otro. No tuvimos ningún percance más, y a mayores en una pared de la gasolinera vimos nuestro ya famosete primer perenquén, a la luz de una farola...

 - Foto de familia. Todavía volvimos el lunes por la mañana a detenernos un rato en el mirador de La Grimona, antes de seguir ruta a El Puertito a buscar las tortugas; y fue sin duda la mejor de las veces en cuanto a número y "visibilidad" de palomas. Os pongo esta foto de una rabiche solitaria acompañada de cuatro turqués (había más), pues aunque es mala con ganas me gusta porque se ve a las dos especies juntas.

 - Un bocadillo volcánico. Uno de tantos arrimaderos de las carreteras del Teide, con su correspondiente panel explicativo, que plagiaré aquí para hacerme el listillo. Este corte del terreno estaba en concreto en una de las curvas de la carretera que baja del observatorio de Izaña a Güímar, y me hizo gracia por su aspecto de bocadillo. El "relleno negro" es (era) lava de una erupción de tipo estromboliana, de magmas basálticos negros. También la lava del "pan rojizo", arriba y abajo; pero ésta contenía mucho hierro, que al oxidarse le dio ese tono. Sin embargo, la capa de "relleno blanco" es pumita ("piedra pómez"), formada al compactarse las cenizas de una erupción muy violenta de tipo pliniano. Cada capa se formó en nada, tal vez en horas apenas; y entre medias pasaron cientos de años... y ahora una carretera además.

 - Chorizonia. ¿No os preguntasteis qué era la curiosa planta sobre la que se posaba el alcaudón de la tercera entrada de esta serie? Nosotros sí; y faltos de una respuesta convincente, y por motivos de similitudes evidentes, bautizamos la especie por nosotros descubierta como Chorizonia desertica. Las Chorizonia resultaron crecer, escasas, un poco por todas partes; y llevados de un ramalazo taxonómico nos dedicamos a clasificar con pasión nuevas especies: Chorizonia canariensis en el norte de la isla, Chorizonia anagae en la península del mismo nombre... a la especie Chorizonia excelsa (= Chorizonia guanchica) pertenecían unos cuantos ejemplares de gran porte que crecían en el Teide; e incluso había un taxón endémico de La Gomera, la Chorizonia fredolseni...
De vuelta en casa, resulto que la Chorizonia ya había sido descrita tiempo ha. Y ni siquiera eran varias especies, sino una sola: la Kleinia neriifolia; una compuesta, endémica eso sí del archipiélago. Menos mal, porque teníamos el mal pálpito de que nuestras queridas Chorizonia iban a terminar siendo alguna especie exótica invasora...

De aquí
- Saperoco. AKA "Sapoloco", según lo mal que se le entienda al camarero. De abajo a arriba: leche condensada, licor, café con leche, espuma (o nata) y canela. La cascarilla de limón por mí se la podéis quitar. Un café que no sé por qué no sirven en todas las cafeterías de Madrid... o del mundo.

Aquí termina pues esta saga, hasta que me dé por disponer lo contrario. Costó convencerme de aceptar hacer este viaje, pero al final, y como no podría ser de otra manera, no me arrepiento en absoluto. Gracias Javi una vez más :-) Por todo.

27/8/13

La colleja más inesperada del mundo (Expedición Autodate, VII)

 Buceando en El Puertito de Armeñime (Adeje) el lunes por la mañana, Javi y yo fuimos alejándonos el uno del otro inadvertida y progresivamente. Saqué la cabeza y le vi bastante retirado, me vio y me hizo señas que interpreté como un "ahora voy"; y yo me giré y seguí inspeccionando el fondo que tenía debajo. Acto seguido me dieron un toque en la espalda. Me giré incrédulo, ya que Javi no podía ser tan rápido nadando, y me vi cara a cara con una tortuga verde Chelonia mydas; mirándome con gesto entre ligeramente sorprendido y displicente, como de mayordomo que ve llegar al pequeño lord de juerga con unas cuantas copas de más... La tortuga se giró y se sumergió grácilmente, dejándome con cara de bobo. Y después llegó Javi...

¿Parezco sorprendido en el relato? Pues menos mal que yo ya sabía que había tortugas en esa calita, que si no no sé qué me hubiera dado... Lo que es más, las estábamos buscando; pues esa playa es lugar de parada y fonda habitual de tortugas verdes, llegadas desde sus zonas de puesta más "cercanas" (en el Caribe y el Golfo de Guinea). El Puertito es de hecho una zona muy visitada por buzos, y YouTube está lleno de vídeos de gente nadando con ellas; vídeos como por ejemplo éste. Lo que se ve es más o menos lo que vi yo...

Thalassoma pavo
 La tortuga fue sin duda la observación estrella de las dos veces en que fuimos a bucear (pues la tercera, de la que os hablé hace tres días, no la cuento por lo mal que lo pasé), en El Puertito y en la playa de Abades (Arico). Pero las aguas de Canarias tienen ya un mucho de tropical, y si bien varias especies como el pejeverde (o fredy) de arriba, sin duda la especie más abundante, son compartidas con las aguas peninsulares, otras tantas era la primera vez que las veía. Y para alguien que tuvo tan metido el vicio de los acuarios como yo, y que tantos documentales se ha tragado, la experiencia fue de lo más placentera. Así que, a falta de fotos propias, tiro de Wikipedia, aunque no sean las mejores que hay...

Sparisoma cretense hembra
 Una vieja; hembra para más señas, pues los machos son bien distintos; y curiosamente mucho menos coloreados. Más curiosamente aún, se ven mucho menos que sus llamativas compañeras... cosa perfectamente lógica si tenemos en cuenta que todas las viejas nacen siendo hembras, y que sólo algunas después maduran como machos. Lo que más me gustó descubrir al volver a casa fue que las viejas (y mira que hasta las he comido) son ¡¡peces loro!!, uno de los grupos más icónicos de los documentales.

Sarpa salpa
 La mayor parte de las especies de pez loro se alimentan de coral, pero la vieja es herbívora; como las salemas, que también resultaban frecuentes. Además de salemas vimos otros muchos espáridos en la zona, incluyendo no menos de cuatro especies de sargo.

Abudefduf luridus y Chromis limbata 
Dos fulas: la negra (muy frecuente) y la blanca (sólo vi una). Dos peces de otra de las familias míticas: los pomacéntridos, que incluye las castañuelas y los conocidos peces payaso.

Canthigaster capistrana y Sphoeroides marmoratus
 Y otro par de especies, de nuevo el primero muy abundante y el segundo del que sólo vi uno: dos especies de pez globo. Si es que aquello era un no parar, miraras donde miraras... Y me acordé mucho de mi pez globo, uno de los bichos más espabilados y divertidos que he tenido nunca...

Sphyraena viridensis
 Y ¡barracudas había también! Aunque sean de las pequeñitas :-p Si esto no son peces míticos no sé yo cuáles lo serán...

Synodus synodus
Ya para terminar, un pejelagarto; además uno con piojo marino incorporado. Estos bestiajos a los que veía por vez primera reposaban sobre el fondo un poco por todas partes, aunque no se dejaban acercar todo lo que me hubiera gustado...

Muchas más cosas había, claro: Diadema antillarum, los erizos de mar de púas larguísimas. Holothuria arguinensis, con la que recordamos lo que eran los túbulos de Cuvier... de todo. Demasiado para el que sólo pisa el mar de Pascuas en Ramos. Demasiado tentador.

26/8/13

Anaga (Expedición Autodate, VI)

 Tras cinco entradas sobre las islas, tal profusión de vegetación debería haceros sospechar ya en qué tipo de hábitat nos encontramos... efectivamente, ¡laurisilva! :-D El área recreativa del "Llano de los Viejos" se encuentra en la entrada de la mayor masa de laurisilva de Tenerife: la que crece en la península de Anaga, en el extremo NE de la isla. Nos la vendieron como un sitio fetén para sacar fotos de palomas turqués; y bueno, no fue así, pero sí había barullo de todos los pajarillos forestales pequeños. Y alguna paloma se escuchaba, todo hay que decirlo... Aparentemente (de nuevo, según los paneles informativos) el nombre del sitio le viene por ser el lugar al que los taxistas de La Laguna llevan de merendola a los residentes del asilo el día de San Cristóbal, patrón del gremio (del de taxistas, no del de jubilados).

 Volviendo la vista al este desde el mirador del Pico del Inglés se ve la masa forestal extendiéndose hasta el extremo de la isla; con apenas algunos núcleos habitados y cultivos en la falda de los montes. Semiocultos entre la bruma, se ven asomar al fondo en la costa dos islotes: los roques de Tierra y de Fuera. 
La isla de Tenerife no siempre ha sido como es ahora: fue surgiendo por etapas, por así decirlo; y el macizo de Anaga, que se eleva ligeramente sobre los 1000 m snm en sus picos más altos, es la parte más antigua, lo que hace posible que vivan allí varias especies de vegetales e invertebrados que no se encuentran en el resto de la isla.

 Mirando desde el mismo sitio hacia el oeste, el contraste entre la laurisilva y las zonas áridas que la rodean es tan extremo que instintivamente uno tiende a atribuirlo a la mano humana; y sin embargo es la conjunción de clima y orografía la principal causante del mismo. En realidad estas fotos que os enseño, por malas que sean, son bastante excepcionales, ya que lo normal es que la bruma marina cubra estas laderas durante la mayor parte del tiempo. Lo habitual y lo necesario para que subsista, claro.

 Otra visión de los contrastes; aunque ahora en vertical, desde lo alto del Roque Chinobre. Allí arriba medraba entre las cepas de los brezos una alfombra continua de violetas, de flores pequeñas y en su mayoría ya pasadas. Me gustan las violetas, ya sabéis; pero las vi tan poca cosa que allí se quedaron, sin foto. Y claro, ahora al volver me entero de que son Viola anagae y de que sólo crecen allá arriba...

 Comimos a media ladera, y después descendimos hasta la costa norte de la península, para acercarnos a los Roques de Anaga. Ambos peñascos son bastante míticos, pues albergan las mayores colonias españolas de petrel de Bulwer Bulweria bulwerii y de paíño de Madeira Oceanodroma castro. Confiando ver alguna de ambas especies, nos plantamos con los telescopios en tierra, en una de las curvas de la pista imposible que lleva al asentamiento de El Draguillo. Dragos salvajes, no de jardín, vimos creciendo en el Roque de Tierra; pero de los petreles ni rastro... Tampoco sé muy bien qué pretendíamos, sabiendo perfectamente que acuden a las colonias cuando ya es de noche... supongo que siempre le queda a uno la esperanza de ver al raro petrel que no se ha leído su texto de la guía :-)

 Con el día de caída y el sol pegando de lleno, y como no es que estuviésemos en medio de la laurisilva más espesa precisamente, hubo que tirar de ingenio para evitar achicharrarse...

Y apiadándonos de los lagartos que nos miraban con ojos implorantes, les dimos de beber un poquillo, en un hueco entre las piedras.... ¡si es que son más majos estos bichos...!

25/8/13

La Naranja Volcánica (Expedición Autodate, V)

 La Gomera. La isla que (como rezaba uno de los paneles explicativos que nos encontramos), debido a sus profundos valles estructurados más o menos como los radios de una rueda, recuerda desde el aire a un exprimidor gigante. La isla con la mayor extensión remanente de la laurisilva que cubría Europa a finales del Terciario del mundo (el Parque Nacional de Garajonay). La teníamos a poco más de una hora en ferry, así que ¿cómo no no íbamos a acercar?

 Fuimos además en el ferry lento (poca diferencia hay de uno al otro, en cualquier caso...), por aprovechar más el tiempo y las posibilidades de ver desde el barco una pardela macaronésica Puffinus baroli; aunque nos quedamos con las ganas. Lo que sí vimos fue un par de calderones tropicales Globicephala macrorhynchus muy cerquita; otra más p'a la saca :-)

 Ya en la isla, enseguida se llenó todo de verde; un verde espeso y lleno de matices, según la especie dominante en cada parcela de bosque. 

 Verde; verde por todas partes... pero ¿por todas, todas?

 Lamentablemente no, pues recordaréis que hace justo un año un incendio terrible se llevó por delante buena parte de la isla.

 Y en verdad las temperaturas de caerse de espaldas que tuvimos durante toda la semana, junto con el viento que normalmente soplaba con ganas, eran como para temerse lo peor... Por mucho que nos fastidiase a veces durante las vacaciones, el servicio forestal había cerrado al tránsito muchas de las sendas de ambas islas para evitar cualquier factor de riesgo humano innecesario.

 Desembarcamos en San Sebastián y cruzamos la isla de este a oeste, bajando de nuevo hasta el mar por Valle Gran Rey, una zona muy castigada por el fuego. Y venga curvas y más curvas...

 Abajo nos acercamos, realmente más por sacar la foto que por otra cosa, hasta el risco de La Mérica; el lugar donde en 1999 se encontró la última población superviviente de lagartos gigantes de La Gomera Gallotia gomerana. Esta especie se cría ahora también en un centro de recuperación; el pequeño edificio que se ve al pie de la foto.
Lo que sí pudimos ver y fotografiar malamente (demasiado malamente yo), pues aunque abundantes eran mucho más esquivos que sus parientes tinerfeños, fueron los lagartos de Lehrs Gallotia caesaris, que viven en esta isla y en El Hierro. Pero de eslizones, como en Tenerife, ni las trazas. Tampoco de tórtolas senegalesas Streptopelia senegalensis, una especie que ha colonizado de forma natural las islas recientemente y que se cita como reproductora en esta localidad.

 Y el perenquén gomero Tarentola gomerensis lo vimos de pura casualidad, cuando decidimos echar un ojo en una caseta abandonada que había en un alto al que subimos por hacer una foto, cuando nos surgió un poco sobre la marcha. En esta especie son muy característicos los pequeños puntitos blancos que coronan las escamas del dorso.

 Y vuelta a cruzar la isla en sentido contrario (con el Teide al fondo entre la bruma; igual que desde allá arriba se veía La Gomera), pues debíamos coger el ferry de vuelta a las cinco y no daba tiempo a más. La disyuntiva que otros se pudieran plantear entre comer o seguir viendo cosas, con Javi ni se plantea... así que más laurisilva entre pecho y espalda :-) ¡Bendito Javi, cuántas veces tiene que ir tirando de mí; y al final acaba siempre mereciendo la pena...! Pues al meter el coche por un camino que discurría bajo las copas de los árboles, apareció comiendo tan tranquila en la cuneta y jadeando de calor...

 ¡¡¡Una chocha perdiz Scolopax rusticola!!! 8-O Siendo justos, este bicho nos lo habíamos tachado en Pirineos de oído el año pasado... pero este es un bicho que claramente hay que ver para disfrutar de él: una limícola, como una agachadiza gorda, que al revés que la inmensa mayoría de los miembros de su familia se pasa la vida lejos del agua, triscando alegremente entre la hojarasca en pos de lombrices, confiada en que su perfecto camuflaje la hará pasar desapercibida ante cualquiera que se cruce con ella... como normalmente suele ser. Para darle más gracia al asunto, la chocha es una especie norteña, de bosques "de verdad", que en la Península sólo cría en las montañas del norte y se deja ver (je, "ver"; es un decir...) en abundancia sólo en invierno, para deleite de los pocos cazadores que se especializan en este bicho como ningún otro... y hala, aquí la teníamos, criando en un volcán, en una isla africana, a nosecuántos grados a la sombra...

Y casi sin darnos cuenta de que habíamos llegado, se acabó la visita; y dejamos atrás el puerto de San Sebastián camino del de Los Cristianos. A todo el que contamos que pensábamos ir un día de visita a La Gomera nos insistía en que no, que teníamos que quedarnos más, que con un solo día no íbamos a quedarnos contentos... razón no les faltaba.

24/8/13

Atravesando la isla de nuevo (Expedición Autodate, IV)

 Tanto la entrada de ayer como la de anteayer correspondían a la jornada del miércoles 14, en la que nos dimos un buen paseo de cabo a rabo de la isla. El jueves volvimos a cruzarla, pero ya con más calma y con otros objetivos. Antes paramos de nuevo (y no sería la última vez) en el mirador de La Grimona, a hacerle una visitilla a las rabiches. Pero la sorpresa fue mayúscula cuando, por un único par de palomas rabiches que vimos posadas, apareció también un grupete majo de palomas turqués Columba bollii; la especie de las endémicas que me quedaba por tachar y octavo (y último :-/) bimbo alado del viaje :-D No siendo por la ausencia de manchas blancas en cuello y alas, esta especie recuerda mucho a la paloma torcaz, que no en vano (junto con la paloma de Madeira C. trocaz, otra especie frugívora especialista de la laurisilva) es su pariente más próximo. La sorpresa, decía, vino porque la paloma turqué suele aparecer en zonas más forestales, y no en barrancos como la rabiche; pero el verano es el verano, el hambre y el calor aprietan y no era plan de dejar que se perdieran los frutos de estos cortados...

 Atrás quedaron las palomas, y nos perdimos un poco isla arriba; por pueblos cuyo atractivo turístico no reside en las playas, sino en lo bien que se conservan. El trabajo de marquetería y ebanistería de las celosías y balcones de muchas casas era digno de admirarse...

 ... Pero claro, no va con nosotros eso de echar mucho tiempo lejos del monte, jeje. El árbol de la imagen os sonará casi tanto como el Roque Cinchado del Teide: es efectivamente el añejo drago de Icod de los Vinos. Dándole prestancia, medra a su alrededor el jardín del "Parque del Drago", donde están plantadas sobre todo especies propias de las islas, con lo que visitándolo pudimos ponerle nombre (y olvidarlo al punto, me temo) a muchas de las plantas que habíamos visto o nos quedaban por descubrir.

 Y los lagartos que no falten, claro...

 Otro más; todos bien cerca de la sombra, como veis. Cosa que deberíamos haber hecho más a menudo también nosotros, pues este mes de agosto en Canarias el sol está apretando de lo lindo...

 A esta pobre salamanquesa ("perenquenes", que se laman en Canarias) en cambio fuimos a despertarla mientras reposaba tras unos tablones en el jardín junto con otras compañeras. Es un perenquén de Delalande Tarentola delalandii, especie exclusiva de Tenerife y La Palma (y por tanto nueva para el que esto escribe :-D) muy similar a la salamanquesa común peninsular, pero de talla algo mayor. Especie nueva, como digo, pero que ya nos habíamos tachado el día anterior (aunque las circunstancias de dicho bimbo pertenecen ya a otra historia, y debe ser contada en otra ocasión); aunque no os llevéis por eso la impresión de que resultaban abundantes, más bien todo lo contrario... De hecho Javi y yo hemos vuelto muy extrañados de lo difíciles de ver que resultaron ser las salamanquesas, a pesar de lo abundantes que mencionan las guías que son; y ya os adelanto que con las lisas (eslizones Chalcides spp. también propios de Canarias) nos fue aún peor, y que no vimos ni la primera...

 Y me pregunto yo si estas gallináceas, que aparecían de la nada un poco por todas partes, no tendrán algo que ver... Al menos eran bien bonitas; nada que ver con las gallinas marrones "de montón". Aunque es verdad que rara es la gallina tan fea que no me guste :-)

 Y ¡oh, sorpresa! En una cueva dentro del jardín está recreado un enterramiento guanche con momia incluida. El montaje resultaba bastante instructivo y "neutro"; pero unas señoras rusas que iban a entrar después de nosotros no se atrevieron del miedo que les entró...

 Dejando atrás Icod, remontamos la ladera, curva tras curva, cada vez más altos y más adentro... Las carreteras secundarias de Tenerife tienen justa fama de ser estrechas y llenas de curvas; y por eso la inmensa mayoría de los turistas tiende a evitarlas. Y es una pena, porque se pierden con ello paisajes que nada tienen que ver con los de las zonas bajas (o los de las Cañadas) y que merecen mucho la pena.

Y Masca por fin, el pueblo donde comimos, sobre una arista que se yergue en la cabecera de una garganta impresionante que baja hasta el mar, abriéndose en medio de Los Gigantes. El paisaje, que en la (mala, horrible) foto luce bastante árido, suele mantenerse muy verde durante gran parte del año; cuando se toman las fotos que uno asocia con este lugar.

Por la tarde bajamos a bucear a la playa, a una zona muy prometedora en la que en cambio, debido al montón de gente que había, a la horrible luz del atardecer que nos daba de lleno y a que no dejaba de entrarme agua en las gafas, lo pasé bastante mal. Aun así había muchas cosas que ver y que comentar; pero lo dejo para otra entrada que haga hablando de las otras dos ocasiones (mucho más satisfactorias) en que nos acercamos a ésta y otra playa.

23/8/13

Lagartos gigantes en acantilados gigantes (Expedición Autodate, III)

Hace ya casi seis añitos os hablaba aquí de los lagartos gigantes de Canarias y de lo complicado que lo tienen para sobrevivir. Supongo que ni Javi ni yo contábamos realmente con ver alguno de ellos en su hábitat natural, pero la ilusión siempre está ahí; de modo que ya que estábamos en Tenerife aprovechamos para visitar uno de los dos lugares donde se sabe que sobrevive el lagarto gigante de Tenerife Gallotia intermedia, el más accesible de los dos: los acantilados de la montaña de Guaza, al SO de la isla.

 Y bien, os digo "accesible" y debería daros la risa, igual que nos la dio a nosotros al llegar. Es accesible en comparación con el otro lugar donde sobreviven estos bichos, los acantilados de Los Gigantes (je...) que os enseñaba hace dos días, cuatro veces más altos que éstos. Pero es lo que toca si el bicho que buscas ha sobrevivido precisamente allí donde ni humanos ni gatos se han atrevido a ir a comérselo... De hecho estos animales se censan (más o menos) estrellando con un tirachinas gigante tomates contra las zonas de los riscos donde se intuye que pueden estar, y contando el número de ejemplares que acuden a comerse el fruto.

 Viendo pues que desde allí abajo, en la playa de la urbanización Palm-Mar, no había mucho que rascar, decidimos acercarnos desde arriba. Al menos vimos al pie del acantilado esta imagen típica de Cristo crucificado entre la Virgen y San Juan en un lienzo la mar de atípico...

 Una vez arriba nos daba la risa también... pero aún echamos un rato escrutando con los prismáticos lo poco que se podía ver de los paredones rocosos sin arriesgarse (demasiado) a caer por las peñas abajo; aunque más creo por descansar del sofocante calor que por otra cosa.

 En fin... que no vimos los lagartos. De lo que sí disfrutamos a conciencia fue del paisaje de la zona, un cardonal-tabaibal de libro. El cardonal-tabaibal, que es la vegetación climácica de las zonas más bajas y áridas de las Canarias (¿recordáis el esquema de ayer?), se llama así por las especies dominantes que en él viven: todas del género Euphorbia; aunque no siendo en las flores (que, para una planta, es lo único que importa) en nada recuerde un cardón E. canariensis a una tabaiba (dos especies principalmente: la dulce E. balsamifera -arbustiva- y la amarga E. lamarckii -con un tallo principal, como un arbolillo-). Los cardones, debido a esa cosa maravillosamente turbadora que es la evolución convergente, recuerdan mucho a los cactus americanos; cactus como la chumbera Opuntia sp. (invasora) del primer plano de la foto.


¿Y había pájaros también? ¡Por supuesto que sí! Lamentablemente no nos topamos con ningún camachuelo trompetero Bucanetes githagineus, una especie ya muy escasa en Tenerife; pero sí vimos la única curruca tomillera Sylvia conspicillata del viaje (y se supone que no son raras en Canarias...), un bando de perdices morunas Alectoris barbara (la perdiz propia del norte de África, introducida en todas las islas menos en Gran Canaria, donde la que se soltó fue la perdiz roja A. rufa peninsular) y un par de alcaudones norteños de la subespecie canaria Lanius excubitor koenigi, como el de la foto. Puede que os llame la atención el interés que muestro en estas entradas por señalar que vimos las subespecies canarias de especies que, por lo demás, ya me he tachado hace tiempo; pero es que nunca se sabe cuándo algún estudio genético va a dar la campanada, desvelando que lo que se creía era una "mera" subespecie es lo suficientemente distinto como para merecer ser considerado especie propia. "Armchair tick" le llaman a estos bimbos los ingleses: "bimbo de sofá" o "de salón", podríamos decir. Y, cuando uno tiene el vicio dentro, saben igual de bien que los otros...

22/8/13

El "ascensor" del Teide: parando en cada piso (Expedición Autodate, II)

 El piso de bosque termófilo de las zonas bajas tinerfeñas del que os hablaba ayer, junto con la laurisilva inmediatamente superior (esquema), ha desaparecido casi por completo bajo el cemento y la azada; salvándose sólo las zonas más escarpadas. De modo que, cuando el miércoles iniciamos el ascenso al Parque Nacional de las Cañadas del Teide, parando de camino en cada zona diferenciada; el primer piso en el que nos detuvimos fue en la banda de fayal (Myrica faya) - brezal (Erica arborea). Este brezo, el blanco, que en el norte es como los demás y en Monfragüe, con sus 3-4 m, ya me parecía suficientemente "arbóreo"; es en Canarias un árbol auténtico, de 10 m o más, con su tronco grueso como una pierna, su copa y toda la pesca... Eso no se aprecia en cualquier caso en la foto de arriba, pero lo que sí se ve es el "mar de nubes" característico del norte de estas islas; la humedad que traen los alisios del mar y que vivifica las laderas de la cara norte de las islas, tan distintas de las áridas que miran al sur.

 El área recreativa de La Caldera, ya donde el fayal/brezal coquetea con el pinar. Aquí sumamos varias nuevas especies forestales a la lista del viaje: las mejores sin duda el reyezuelo canario Regulus (regulus) teneriffae, el petirrojo canario Erithacus (rubecula) superbus, el distintivo pinzón vulgar de Canarias Fringilla (coelebs) canariensis y el más carismático de todos, el pinzón azul Fringilla teydea.

 Como decía antes, un poco más arriba de La Caldera ya nos encontramos con pinar puro y duro, que se puede ver en las laderas subiendo montaña arriba. El pino canario Pinus canariensis es una especie notable en tanto en cuanto que, cuando arde, se quema deprisa; pero normalmente no muere, y rebrota después del fuego. En la cara sur de la montaña visitamos efectivamente pinares quemados el año pasado, cuyos troncos habían reverdecido en su gran mayoría.

 Una "rosa de piedra". En Canarias por todas partes se ven formaciones geológicas bien curiosas, resultado de la intensa actividad volcánica que originó estas islas. Y tanto Javi como yo coincidimos en que la calidad de los paneles explicativos diseminados por la isla era muy superior a la que nos tienen acostumbrados en la Península.

 Y por fin, por encima del pinar, la zona supraforestal, de arbustos pulvinulares. Como corresponde a una zona de climas duros (árido en verano, nevado en invierno), y más aún por estar en una isla; son pocas las especies presentes en este medio. Pero como contrapartida las que logran adaptarse se vuelven muy abundantes: la retama de cumbre Spartocytisus supranubius, el rosalillo de cumbre Pterocephalus lasiospermus, la hierba pajonera Descurainia bourgaeana, la margarita del Teide Argyranthemun teneriffae y el alhelí del Teide Erysimun scoparium; todas endémicas, dominaban el paisaje allá arriba.

 Ellas y los lagartos, claro; que en el entorno del centro de visitantes del parque abundaban sobremanera. Eran éstos de la subespecie nominal Gallotia galloti galloti, que ocupa gran parte de la isla; mayor y más clara de coloración que los eisentrauti del norte que os enseñé ayer. El macho de la foto, no contento con escrutarme de cerca, se me acabó subiendo a la mano cuando la apoyé en el murete donde estaba (!).

 Las Cañadas. Incluso para un lego como yo, que además suele reírse de los geólogos con los que compartimos edificio (sanamente, supongo :-p), el paisaje contaba demasiadas historias como para hacer oídos sordos. Ver mezclarse las diferentes coladas de lava (las antiguas, ya "domadas" por la vegetación; las recientes, negras y bravías) le recuerda a uno que estas islas, y el planeta entero, no son entes inmutables; y que el próximo "txupinazo" puede estar a la vuelta de la esquina... El Parque en sí, como se aprecia desde el aire, es una gigantesca caldera: el resultado de vaciarse de lava un gigantesco "protoTeide" y de colapsarse después el techo de la cavidad resultante. El Teide propiamente dicho "crece" a un lado de la caldera, como una montañita que vista de cerca no parece que alcance la altura que tiene.

Y digo yo, ¿de qué me sonará a mí esta estampa...? ;-)
Al Teide en sí, a la vista casi desde cada punto de la isla, no llegamos a subir: tendríamos que haber solicitado permiso con bastante antelación, y además el teleférico que permite evitar buena parte de la subida no es precisamente barato. Pero bueno, quedará para otra visita... además, que todavía nos quedaban una miríada de sitios que ver y cosas que hacer.