A ambos lados del tapiz de brezos que separa Galicia de la España mediterránea crecen retamas, aunque no son las mismas. Las gallegas, a las que por otra parte nadie llama retamas, sino xestas, son arbustos del género Cytisus; el mismo del de los escobones de las cumbres de las montañas peninsulares. Pero las retamas castellanas son retamas de pura cepa, pues hasta su género se llama así, Retama. La retama que medra en buena parte de la Península, y que yo "descubrí para la Ciencia" al venirme a Madrid, es un arbusto curioso, al que le estoy cogiendo bastante cariño, por así decir. Me hizo sonreír ayer al verlo desde el tren, asomando alto entre los barbechos, en los taludes de la vía: alto, como digo, pero deslavazado; como si a una xesta le hubiesen sacado la mitad de las ramas. Éstas apenas tienen hojas y son de un verde azulado céreo, y muy suaves. Las flores se abren entre primavera y verano y, aunque minúsculas, son muy fragantes. Las vainas son pequeñas, casi redondas; y al secarse entrado el otoño cuando uno agita la planta cascabelean como un sonajero, al moverse dentro las semillas... La gente se aburre al mirar; al mirar Castilla desde el tren y al mirar el mundo en general. Pobres...
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