El pasado miércoles me acerqué a medio día a comer a Moncloa con Álex, y al volver a la Facultad, su vista cada vez más entrenada desde que puso un pie en el Departamento descubrió algo que yo no había visto tampoco antes: termitas enjambrando. Resulta curioso lo parecidísimas que son las vidas de termitas y hormigas, sin ser en absoluto ambos tipos de insecto parientes cercanos... Entre otros mil detalles, las termitas también enjambran: machos y hembras reproductores abandonan a la vez la colonia para elevarse en el cielo en un viaje de bodas del que sólo algunas hembras regresarán al suelo, ya fecundadas de por vida, para buscar otro leño muerto en que iniciar una nueva colonia.
Una diferencia está, eso sí, en que las termitas suelen enjambrar en primavera, y las hormigas al final del verano. Swarm, se dice enjambre en inglés; una palabra que me gusta porque, aunque no tenga seguramente relación, suena a warm: cálido. Termitas y hormigas suelen enjambrar justo después de una tormenta, y escapando también de las lluvias y buscando el calor huyo yo hoy también de Madrid hacia el sur, con Raquel y Vero otra vez, a Cazorla. A la vuelta nos vemos pues, aunque os he dejado una tontería programada para que leáis mañana si os aburrís de tanta reflexión electoral...
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