Hay un par de cosas de la casa donde vivo ahora que no me gustan, aunque no tienen culpa de ello mis amigos, benditos ellos; sino el diseño y clima suecos. Una es que los pisos no tienen lavadora, sino que hay un par de ellas comunitarias en el sótano del edificio. Parece una tontería, pero llega a fastidiar bastante no poder lavar el día y a la hora que quieras, sino depender de un horario en el que siempre los mejores huecos están reservados a perpetuidad. La otra es que tampoco hay tendederos, sino un par de secadoras. Nunca me han gustado las secadoras: noto que estropean los colores y desgastan excesivamente la ropa; pero es lo que hay, y que no se quejen mis camisas, que más me duele a mí...
Lo que peor llevo, de todas maneras, es tener que planchar con una plancha de viaje encima de una mesa; máxime cuando en Madrid en el piso nuevo tenemos una plancha nueva también que va de maravilla. Nada que ver con esta tortura de pasar este aparato minúsculo una y otra y otra vez para que apenas se note el resultado.
Lo que peor llevo, de todas maneras, es tener que planchar con una plancha de viaje encima de una mesa; máxime cuando en Madrid en el piso nuevo tenemos una plancha nueva también que va de maravilla. Nada que ver con esta tortura de pasar este aparato minúsculo una y otra y otra vez para que apenas se note el resultado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario