1/9/10

Hacerse el sueco (XI): pinceladas de la vida en Escania

Hay un par de cosas de la casa donde vivo ahora que no me gustan, aunque no tienen culpa de ello mis amigos, benditos ellos; sino el diseño y clima suecos. Una es que los pisos no tienen lavadora, sino que hay un par de ellas comunitarias en el sótano del edificio. Parece una tontería, pero llega a fastidiar bastante no poder lavar el día y a la hora que quieras, sino depender de un horario en el que siempre los mejores huecos están reservados a perpetuidad. La otra es que tampoco hay tendederos, sino un par de secadoras. Nunca me han gustado las secadoras: noto que estropean los colores y desgastan excesivamente la ropa; pero es lo que hay, y que no se quejen mis camisas, que más me duele a mí...
Lo que peor llevo, de todas maneras, es tener que planchar con una plancha de viaje encima de una mesa; máxime cuando en Madrid en el piso nuevo tenemos una plancha nueva también que va de maravilla. Nada que ver con esta tortura de pasar este aparato minúsculo una y otra y otra vez para que apenas se note el resultado.

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