10/12/09

Costa oeste (SBT II)

Bueno, como pocas cosas interesantes hay que contar de mi vuelta a la Facultad, sigamos con el pajareo escandinavo. El segundo día Javi y yo nos dedicamos a recorrer la costa de la esquina noroeste de Escania; zona de amplias playas y marismas con aves marinas interesantes. La primera parada fue la playa de Utvälinge, donde un buen grupo de pajareros estaba ya aprovechando la mañana de domingo para bichear. Desde allí, y a pesar de la marea alta, las aves se movían relativamente lejos; y en estas condiciones yo me canso enseguida. Como siempre, es entonces cuando se agradece tener al lado a Javi y a su terca paciencia: poco a poco fuimos sacando cosas difíciles de ver en España, como un grupo de cinco machos de negrón especulado Melanitta fusca o alrededor de una veintena de zampullines cuellirrojos Podiceps auritus. Y entre tanta buceadora, el primer bimbo del día: allá lejos (apenas una manchita) un somormujo cuellirrojo Podiceps grisegena; especie que había dado esquinazo a Javi una y otra vez y que le alegró el resto del día. Como la observación pese a todo no había sido de las de recordar, Javi hizo pun pequeño truco de magia y unas cuantas piedras que sobresalían del agua en medio de la bahía se transformaron ¡en focas! Unas focas comunes Phoca vitulina, espatarradas todas gordas al ¿sol? boreal...
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A un lado de la playa, una pasarela entre el carrizal permitía el acceso a una pequeña ensenada, donde se habían visto escribanos nivales y avetoros. No vimos ninguna de esas aves tan deseadas, pero en cambio sí disfrutamos de lo lindo fotografiando otras aves más comunes:

Como los escribanos palustres Emberiza schoeniclus, que se movían gorrionosamente, levantándose al unísono a los sauces cuando pasaba alguien para al momento bajar de nuevo al suelo a seguir picoteando semillas...

O los bigotudos Panurus biarmicus; especie normalmente esquiva que tuvimos en cantidad literalmente delante de nuestras narices. La mayoría, como la hembra de la foto, estaban anillados.

Pero quedaban pocas horas de luz y muchas cosas por ver. Siguiente parada: Farhult; una playa mucho más grande algo al oeste de la anterior. Seguíamos buscando escribanos nivales, alondras cornudas y twites (pardillos piquigualdos); especies “típicas” de las playas nórdicas en invierno y que nos darían esquinazo todos los días del SBT. Al poco de llegar a la playa se hizo evidente que con el trasiego de paseantes y perros poco había que rascar con los pajarillos, así que Javi se puso a escudriñar tenazmente la bahía...

Mientras, para su desesperación, yo me entretenía con otros objetivos “indignos”; como esta corneja cenicienta Corvus cornix que, como hacían otras a lo largo de toda la orilla, se elevaban unos metros sobre el suelo con un mejillón en el pico para luego dejarlo caer; insistiendo una y otra vez hasta que cascaban las valvas del molusco.

Otros sujetos a su modo de ver más “decentes” incluían este macho de serreta mediana Mergus serrator, que a escasos metros de nosotros arreglaba cuidadosamente su plumaje. La constancia de Javi daría sin embargo sus frutos sacando el segundo y último bimbo del día: Una docena larga de cisnes chicos Cygnus columbianus que nadie había citado antes en la zona y que fueron más que bien recibidos.
Justo cuando íbamos a irnos llegó volando un gran bando mixto de ánsares y barnaclas que evolucionaron con donaire antes de posarse. Les dedicamos un rato, a la búsqueda de alguna especie; pero como estaban lejos y nos quedábamos sin luz salimos pronto camino de Höganäs, una ciudad cercana en cuyo puerto llevaba unos días asentado un pajarillo que debería llevar ya un par de meses en África: Una curruca gavilana Sylvia nisoria. Sin embargo, y aunque siempre es mejor que te digan que está “en el puerto de Höganäs” que que está “en Suecia”, dando vueltas de un lado a otro entre grúas y barcos te sientes siempre un poco tonto; máxime cuando estás buscando algo que “no debería estar allí”. Justo antes de darnos por vencidos localizamos un lugar con pinta de ser “el” sitio; pero allí no se movía nada de nada, así que dimos por concluido el día yendo a comer de vuelta a Utvälinge... Dos días habían pasado; dos días nos quedaban, y más de la mitad de las nuevas especies.

1 comentario:

Anónimo dijo...

un poco rechonchas las focas