La mayoría en nuestras tesis hacemos que la Ciencia realice modest(ísim)os avances, unos pocos consiguen resultados capaces de cambiar la historia del hombre; y finalmente algunos descubren cosas tan, pero tan raras, que resulta complicado descubrir su alcance real. Es el caso de Chris Austin, investigador de la Louisiana State University, que reveló al mundo al presentar su tesis doctoral hace casi veinte años la existencia, en Nueva Guinea de un grupo de lagartos con ¡la sangre verde, ni más ni menos! Pero verde verde; y verdes eran también sus tejidos, claro; sus huesos, músculos... y hasta el interior de la boca, que por supuesto se veía verde. Semejante verdor se debe a que los hígados de esos lagartos, eslizones del género Prasinohaema, no degradan la bilirrubina y biliverdina, como hacen el resto de vertebrados, y ambos pigmentos (derivados a su vez de la degradación de la hemoglobina de los glóbulos rojos) se acumulan en la sangre. Esta condición, que en una persona causaría ictericia y seria señal de que algo marcha muy mal, no parece preocupar en absoluto a los lagartos estos; y de hecho alguna explicación en términos evolutivos debería tener. Tras haberse descartado que este tono verde haga a los lagartos camuflarse mejor, o menos palatables para sus depredadores; el equipo del Dr. Austin quiere ahora comprobar si esta acumulación de pigmentos tóxicos es una defensa contra parásitos de la malaria; que no sólo infectan a mis currucas, sino también a muchos reptiles. La historia, mejor contada y con fotos, aquí.
... y yo me decía esta semana: un proyecto que trabaja con mis parásitos, con sede en Luisiana y con campo en Nueva Guinea... si tuviesen algo de calderilla suelta para un postdoc ya sería demasiado bueno para ser verdad. Pero por preguntar que no quede; ya os diré qué me contestan :-)
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