Llega ese momento mágico en que se unen la profusión de charcas fruto de las lluvias invernales con el incipiente aumento de las temperaturas: el momento que los anfibios, los animales de doble vida, aprovechan en buena medida para abandonar su torpor invernal y entrar en el agua abrasados de pasión... llega pues ese momento inmejorable para, al abrigo de la noche y con la ayuda de las linternas, hartarse de ver estos pechuscos en acción. Así que nos plantamos una noche Álex, dos compañeros suyos del máster y yo en Los Camorchos, dispuestos a presenciar un espectáculo que no se hizo de rogar.
Al poco de llegar, ya nos dimos de bruces con nuestro primer anfibio: un tritón pigmeo Triturus pygmaeus; el primero de muchos, tanto hembras como ésta como machos con sus crestas nupciales desarrolladas. Con lo que nos encontramos también fue con ¡un montón de gente! Bueno, tampoco tantos; pero es que yo aquí nunca me había cruzado con nadie, y justo esa noche había varios grupos de aficionados linterna en mano, incluyendo tres parejillas jóvenes con un montón de niños pequeños.
Y después de tritón pigmeo, el "tritón gigante": un gallipato Pleurodeles waltl, de los que también había a patadas.
A nada que uno esté un poco despierto, enseguida se da cuenta de que no hay de todo en todas partes. En las charcas más grandes comparten espacio tritones, ranas verdes Pelophylax perezi y larvas de sapo partero ibérico Alytes cisternasii, mientras que en las pequeñas, que se secan antes, estaban los sapos, tanto los comunes Bufo bufo como los corredores B. calamita como el de la foto. Las orillas estaban llenas de sus cintas de huevos arrosariadas; y los diminutos renacuajos de los sapos, que meamorfosean a toda prisa, pueden aprovechar estas charcas pequeñas que no les disputarán las especies con tiempos de crecimiento más largos.
Y por completar la lista de siete anfibios en apenas dos horas, una foto de alguno de los muchos invertebrados que comparten charcas con ellos: en este caso un escarabajote depredador de renacuajos, un Cybister lateralimarginalis, escurridizo como el azogue.
Y una foto de grupo junto al cartel de arriba, para completar y sobre todo dar las gracias a tres compañeros de expedición la mar de entregados. Gracias en especial a Álex por montar el plan y a él y Dani por las fotos, pues yo no aporté más que la linterna y un par extra de ojos. ¡Por mí, cuando queráis repetimos!
2 comentarios:
Ya te dije, creo, que mi nombre favorito es ese de Pelophylax Perezi: es grandioso.
Ya; ¡alguien tiene que vigilar que nadie robe el fango, supongo; y otra cosa no, pero las ranas siempre andan con los ojos bien abiertos...!
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