Las rutas migratorias de las aves siguen a grandes rasgos unas cuantas líneas definidas por los principales accidentes geográficos: básicamente hay aves que migran entre Europa y África (pasando o por España o por Oriente Próximo según les quede más a mano), entre Asia central y la India y entre el Extremo Oriente y el SE asiático y Oceanía. Y entre Norte y Sudamérica. Pero a medida que se fue afianzando en mí el vicio de comprar guías de naturaleza de regiones que probablemente nunca visite (oye...otros se drogan, a mi dejadme en paz), fui descubriendo algún que otro caso curioso. Por ejemplo, cuando me compré la guía de aves de Norteamérica descubrí con deleite (además de que, al igual que aquí son rareza muchas aves americanas, hay unas cuantas aves europeas que también lo son al otro lado del charco, aunque el balance nos sale a pagar...) que unas cuantas especies euroasiáticas se "pasaban de frenada" y, tras cruzar el estrecho de Bering, criaban tan contentas en Alaska; pero cruzando de nuevo el mar en otoño para ir a invernar al SE asiático con sus congéneres "normales", de modo que no terminan de integrarse en la fauna americana. Aunque en conjunto representan un porcentaje ínfimo, no dejan de ser unas cuantas, algunas bien conocidas incluso en nuestro país: la gaviota de Kamchatka Larus schistisagus, las lavanderas blanca (con dos subespecies muy diferentes: Motacilla alba lugens y ocularis) y boyera oriental M. tschutschensis, el bisbita gorguirrojo Anthus cervinus, el mosquitero boreal Phylloscopus borealis y el ruiseñor pechiazul Luscinia svecica. Y la collalba gris Oenanthe oenanthe; pero de esa prefiero hablar en otro momento...
Lo que me gustó incluso más fue, al comprarme esta otra guía, descubrir que había un par de especies que habían dado el salto desde el otro lado; especies a las que cuando les entra el ansia migratoria lo que les tira es volverse a América: el chingolo sabanero Passerculus sandwichensis, uno de los "gorriones" americanos (un grupo muy diversificado de escribanos en realidad), y el pinzón montano nuquigrís Leucosticte teprhocotis. En realidad no sé si lo que más gracia me hizo fue ver que el patrón se repetía al otro lado del estrecho, que sólo fuesen dos las especies implicadas (una y media si me apuráis, ya que el pinzón sólo llega hasta las islas del Comandante, el extremo mas occidental de las Aleutianas), o que -gaviota aparte- los colonizadores fuesen todos insectívoros en un sentido y granívoros en el otro... en fin; ¡bendita naturaleza, uno nunca consigue ni aburrirse ni dejar de darle al coco...!
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