A los pocos días de iniciarme como bloggero (ni siquiera existía aún este blog...) os tuve que hablar de una triste despedida: Carola y Marcelo (y Martín, claro) se volvían a Chile; "para siempre", claro. Cuando conoces gente en/de lugares remotos las despedidas siempre son especialmente tristes, ya que sabes que las posibilidades de no veros más en esta vida son palmariamente altas. Pero en este caso, hemos tenido la buena fortuna de que Marcelo haya estado una semana larga de congreso y viaje de trabajo por Irlanda y el Reino Unido; y que a la vuelta haya querido pasar unos días en Santiago de Compostela). Y que Carola haya decidido viajar para unírsele en esa última etapa. Y que, claro, los dos hayan recalado ayer en Madrid todo el día antes de volver a casa, con lo que hemos podido vernos y charlar largo y tendido, para gran alegría mía. Espero que no pasen otros siete años antes de que coincidamos de nuevo...
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