2/11/15

Grullas de la calle

La protagonista de esta entrada, de aquí
 El HBW Alive es una maravilla, sin más: no es sólo la posibilidad de disfrutar de todos los contenidos del HBW en cualquier parte, que además se van actualizando conforme avanza el conocimiento ornitológico, sino que encima de propina hay diversos complementos la mar de entretenidos, como poder definir listas de especies vistas, o de regiones a visitar, poder descubrir la etimología de los nombres de las distintas especies pasando el cursor por encima, o disponer además de una sección de noticias ornitológicas la mar de interesantes, y que se actualiza con regularidad. Y una de esas noticias es la que quería comentar ahora:
Alguna vez creo haber comentado en el blog que las aves tienen básicamente dos formas de saber cómo migrar (cuando ir y cuándo volver, a dónde y por dónde ir...): resumiendo mucho, mientras que en los Passeriformes (aproximadamente la mitad de las especies) de aves el control de la migración es genético y los pájaros saben todo eso de forma innata, en los demás órdenes de aves es una cuestión cultural, y los individuos aprenden copiando de sus semejantes, normalmente de sus padres. Esto hace de la migración de estas especies algo mucho más flexible: a lo largo de los años las áreas de distribución pueden cambiar, como las de los ánsares campestres, que antes invernaban por miles en Castilla y ahora son rareza en España, invernando casi todos los europeos en las costas de Holanda y Alemania; o incluso perderse la migración, como sucede ahora con las cigüeñas que se quedan en los vertederos españoles en vez de arriesgarse a ir hasta África.
Que la migración se aprenda, y se pueda modificar, ha permitido desarrollar con varias especies amenazadas programas de conservación que intentan aprovechar esto, como con nuestra protagonista la grulla trompetera Grus americana, una especie norteamericana muy amenazada, debido a que los humedales donde solía invernar han ido desapareciendo por causas humanas.

En este mapa puede verse la exigua distribución actual de la especie, que suma apenas unos cuantos centenares de individuos en libertad. La población que, más al este, migra entre Canadá y la costa de Texas (azul-rosa-naranja), es la única que queda de origen natural; las otras se han formado a partir de distintos programas de reintroducción: una que cría en Wisconsin y migra a Florida, con aves que aprendieron a migrar siguiendo ultraligeros, y dos no migradoras, en Luisiana y Florida. Mientras que la población natural no levanta cabeza, poco a poco las otras va prosperando, ¿por qué? Parte de la explicación, según defiende un estudio recién publicado, podría estar precisamente en que esas grullas se han criado sin padres... sin padres que los mimen, ya, pero sin padres que los eduquen y coarten a la hora de tomar sus propias decisiones. Aparentemente las aves de la población natural, que acumulan la experiencia de décadas de ver la cara menos amable del hombre (escopetas y demás), huyen de nosotros como de la peste, lo que hace que dejen de ocupar muchos hábitats potencialmente útiles para ellas. Las aves criadas en cautividad en cambio, sin padres que les enseñen lo malos que somos, se atreven a acercarse a zonas bastante más transformadas: zonas de grandes parques, zonas costeras en áreas residenciales... zonas donde los humanos ya no son tan malos como antes y en cambio se preocupan por ellas cuando aparecen, zonas que los grandes depredadores, también ellos con ese miedo atávico al hombre,  prefieren a su vez evitar... en resumen, zonas de lo más conveniente si eres una especie a punto de extinguirte.
Qué complejo se vuelve muchas veces esto de la conservación, con interacciones imposibles de prever hasta que uno no las tiene delante. Qué tanto mejor es prevenir que intentar curar luego, cuando las casualidades felices como ésta suelen ser las menos...

2 comentarios:

Sergio de Carabias dijo...

Interesantísimo, Antón, me ha encantado tu explicación de hoy ;)
Me pregunto si existirá algún caso documentado de alguna especie que "dejó de migrar" y tiempo después, "recuperó la migración".

Antón Pérez dijo...

¡Anda que si la hay! Jaja, mis currucas sin ir más lejos :-) En los periodos glaciales muchas especies se quedaron acantonadas en las zonas de clima benigno (las currucas en Gibraltar, por ejemplo), y al ir recolonizando Europa tras las glaciaciones tuvieron que recuperar el comportamiento migratorio para volver al sur durante el invierno. Aunque no se haya visto "en directo", esto ha tenido que pasar así con multitud de especies del hemisferio norte.

... aunque imagino que lo que tú querías saber es de algo a escalas de tiempo más breves, y documentables, en plan "en el S. XIX pasó esto y luego a partir de los años 50 pasó tal". No sé decirte ahora mismo nada concreto, pero la migración realmente es algo bastante plástico, seguro que indagando un poco encontramos algo...