4/11/15

Batacazos aviares

Como de costumbre, la actualización de 2015 de la lista roja de las aves del mundo trae más malas que buenas noticias. Tal vez lo más preocupante para mí, también como de costumbre, es la progresiva rarefacción de las especies más comunes: las especies a punto de extinguirse llaman mucho la atención y reciben la mayor parte de los apoyos públicos y privados, pero esto es un efecto más de la mala conciencia humana que de que que se busque un beneficio real para la naturaleza: cuando de una especie quedan, qué sé yo, cien ejemplares, su impacto real en la naturaleza es desdeñable: "ya no pinta nada", hablando mal y pronto; hace mucho que los ecosistemas dejaron de funcionar dependiendo o no de que esa especie estuviera presente, y eso no va a cambiar aunque de esos cien pasen a ser ochenta (¡¡horror!!) o remonten a ciento veinte (¡¡bien!! ¡¡Tremendo logro conservacionista!!). Es mucho más relevante en cambio, pero menos llamativo para el gran público, que una especie numerosa pase de tener cien millones de ejemplares a tener diez. Sigue habiendo muchos, pero su función en los ecosistemas a lo largo y ancho del área de distribución es ahora cuando se ve comprometida: es ahora cuando hay que actuar, no cuando de diez millones pase a haber diez mil, o diez.
Son muchas las especies en esta situación, me temo. Muchas aves marinas, muchas rapaces... y precisamente BirdLife International quiere llamar este año la atención sobre el desplome de las poblaciones de buitres en África:

África, el último continente donde la fauna salvaje sigue teniendo un gran papel como modeladora del paisaje, necesita de sus buitres para mantenerse saneada, y se está quedando sin ellos. Y son nada más ni nada menos que cinco las especies que, a pesar de ser aún numerosas, han pasado en la última revisión a considerarse en peligro crítico de extinción. Esto, que puede parecer exagerado cuando uno piensa en que de algunas de estas especies quedan decenas de miles de ejemplares, no lo es tanto si se sabe, como decía arriba, que hace apenas unas décadas los números de estos animales se contaban en decenas... de millones. Los buitres además, que necesitan de la fuerza del grupo para localizar su comida (los grupos se separan lo suficiente para cubrir una gran extensión de terreno y, cuando uno ve que alguno de los buitres empieza a descender porque hay comida, acude allí, y por efecto llamada toda la bandada acaba comiendo), son especialmente proclives a sufrir el efecto Allee, de forma que si desciende su número de un umbral dado, que puede a nuestros ojos parecer bastante alto, se va a ir la cosa al traste sin remedio. ¿Y por qué se queda África sin buitres? Pues a las causas "habituales" de destrucción de hábitat y de las especies de que se alimentan, se le suman cosas que en Europa ya tenemos bastante superadas, como es el uso masivo y descontrolado de venenos; amén de idiosincrasias africanas como utilizar los buitres en pócimas de brujerías tradicionales... en fin: mucho por hacer, pocas manos y pocos recursos. Como de costumbre.

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