El relato de nuestro fructífero viaje al Pirineo catalán comienza algo más al sur, en una finca de cultivos de secano, terrenos baldíos y filas de árboles junto a Lleida capital de la que no daré más datos (aunque sea más que conocida en el mundillo) por una elemental prudencia. Y es que esa finca es el último lugar de cría del ave más amenazada de España (así, con todas las letras), en inminente peligro de desaparecer de nuestro país. Dicha ave, que era lo que estábamos buscando allí, es el alcaudón chico Lanius minor. Este alcaudón es una especie propia de áreas agrícolas de secano y estepas del este de Europa y Asia, que a medida que nos movemos al oeste se hace más y más raro. En España ha desaparecido a ojos vista, sin que las causas estén muy claras: de unos cuantos núcleos reproductores en Aragón y Cataluña se ha pasado en pocos años a una única población, la leridana; donde además este año sólo ha criado una pareja…
Una pareja de la que la hembra estaba incubando, por lo que sólo nos quedaba el macho; un único bicho que encontrar en toda la finca… Por suerte habíamos contactado previamente con otro aficionado, José Portillo, que cuando llegamos ya estaba en posición y con el pájaro localizado. A lo largo de la mañana, aunque desde bastante lejos, pudimos observarlo en varias ocasiones; y entretenernos el resto del tiempo con las bellísimas carracas europeas que abundaban por la zona.
Una pareja de la que la hembra estaba incubando, por lo que sólo nos quedaba el macho; un único bicho que encontrar en toda la finca… Por suerte habíamos contactado previamente con otro aficionado, José Portillo, que cuando llegamos ya estaba en posición y con el pájaro localizado. A lo largo de la mañana, aunque desde bastante lejos, pudimos observarlo en varias ocasiones; y entretenernos el resto del tiempo con las bellísimas carracas europeas que abundaban por la zona.
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Nos fuimos de allí a Pirineos con la sensación de que habíamos tenido la amarga fortuna de ser los últimos que veríamos este bicho en nuestro país; ojalá me equivoque… Poco a poco la carretera se fue empinando y estrechando, el ambiente reverdeció y, para cuando quisimos darnos cuenta, estábamos contemplando el Cadí desde los amplios valles de la Cerdanya.
Nuestro primer destino fue el refugio Malniu, desde donde pensábamos acometer al día siguiente la ascensión al Puigpedrós, en el límite entre Lleida, Girona y Francia. Sin llegar a merecer el nombre de mal niu ni mucho menos, lo cierto es que estos refugios de montaña no son hoteles…
Pero tienen camas…
Pero tienen camas…
… y baños, o algo parecido. Pero la falta de lujos la compensan con el de estar en el emplazamiento en que están. José Portillo estaba también en el refugio con la misma idea que nosotros para el día siguiente; pero eso ya lo dejo para mañana.
6 comentarios:
Esas carracas que tú desdeñas serían para mí el primer bimbo del viaje.... o el quinto... ¡quién sabe! :(
¿Decir "bellísimas carracas" te parece un desdén?
Bellísimas, sí, pero como un mero telonero del artista principal... psss!
Jeje; es verdad... Y si además comparas la observación de las carracas con las vistas lejanísimas del alcaudón creo que tengo bastante claro qué te hubiera gustado más... :-D
R.I.P por el alcaudón ese. Le quedan dos telediarios, al parecer.
Pues eso parece; sí...
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