Tras una fiesta de despedida el jueves por la noche de la que tal vez cuelgue fotos dentro de muuuuuucho tiempo, cuando hayan muerto todos los que salgan en ellas; unos cuantos prolongamos todavía un día más el Congreso con una excursión al Parque Nacional de Bialowieza, conocido por ser la mejor y más extensa mancha remanente del bosque caducifolio que en tiempos cubriera prácticamente toda Centroeuropa, y por albergar la mayor población salvaje del prácticamente extinguido bisonte europeo Bison bonasus.
A medida que nos acercábamos al bosque, compartido entre Polonia y Bielorrusia, el cambio en la fisionomía del paisaje y de sus gentes se hizo bastante evidente: un ambiente mucho más rural; y donde las iglesias ortodoxas de planta en cruz griega, tejados bulbiformes y crucifijos de ocho brazos resultaban mayoritarias. Llegando también, el primero de los muchos bimbos del día: un águila pomerana Aquila pomarina. Y nada más bajar del autobús el para mí el bicho más bonito del viaje: Un papamoscas collarino Ficedula albicollis.
A medida que nos acercábamos al bosque, compartido entre Polonia y Bielorrusia, el cambio en la fisionomía del paisaje y de sus gentes se hizo bastante evidente: un ambiente mucho más rural; y donde las iglesias ortodoxas de planta en cruz griega, tejados bulbiformes y crucifijos de ocho brazos resultaban mayoritarias. Llegando también, el primero de los muchos bimbos del día: un águila pomerana Aquila pomarina. Y nada más bajar del autobús el para mí el bicho más bonito del viaje: Un papamoscas collarino Ficedula albicollis.
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De vuelta hacia el autobús, ya anocheciendo, en el prado donde se perseguían las bonitas tarabillas norteñas y donde aún cantaban ambas buscarlas y el ruiseñor; se habían unido al coro un carricero políglota Acrocephalus palustris y varios guiones de codornices Crex crex, a los que me moría de ganas por escuchar en directo (otras tres, y sigue subiendo…)
Apenas cuatro horas más tarde, los más entusiastas nos levantamos para dar una rápida vuelta antes de desayunar por el embalse de Siemianowka. Poca cosa, pero salvó la visita una pareja de fumareles aliblancos Chlidonias leucopterus (último bimbo del viaje, y con éste suman doce; nueve en menos de 24 h).
1 comentario:
a estos le pegaba un chisporroteante bocado.
el equipo de los ciclichae tambien te quiere ver!!
cuelga el dvd!!!
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