De los grandes museos de Madrid, me faltaba el Reina Sofía. Así que cuando mi hermano dijo ayer por la mañana que le apetecía ir a ver una exposición de fotos de Nueva York recién inaugurada, y como tampoco tenía gran cosa que hacer y los sábados es gratis, no puse ninguna objeción a acompañarle.
La exposición en sí reúne una cantidad impresionante de material: muchas, muchas fotos, algunas de escenas reales y otras de montajes; y también varias videoinstalaciones, de ésas que nadie entiende muy bien pero que todo el mundo mira con interés fingido. Como era de esperar, la calidad del material (a mis inexpertos ojos; pero mirando a mi alrededor uno ve que no son sólo gafapastas los que van al Reina...) varía mucho: muchos de los fotógrafos se regodeaban en las partes más sórdidas de la ciudad, como edificios y solares abandonados o chaperos y heroinómanos habitantes de los muelles de Manhattan... En general me dio la impresión de que, en las salas en las que el marco de las fotos es mayor que la foto en sí, lo mejor era entretenerse con las propias vistas que desde los ventanales del museo hay de Madrid o del precioso claustro ajardinado. También había fotos muy buenas; montajes ocurrentes y otros momentos que sólo el ojo atento consigue captar, inmortalizar y trasmitir. Me hice una lista para colgárosla aquí, pero buscando por Internet no he sido capaz de encontrar ninguna de las que me gustaba; así que tendréis que ir a visitarla vosotros en persona...
Por lo demás, del museo no vimos otras cosas. Las otras exposiciones temporales y la colección permanente me temo que quedarán para otro sábado lluvioso... Pero que llegará, seguro; que me que quedado con el gusanillo.
La exposición en sí reúne una cantidad impresionante de material: muchas, muchas fotos, algunas de escenas reales y otras de montajes; y también varias videoinstalaciones, de ésas que nadie entiende muy bien pero que todo el mundo mira con interés fingido. Como era de esperar, la calidad del material (a mis inexpertos ojos; pero mirando a mi alrededor uno ve que no son sólo gafapastas los que van al Reina...) varía mucho: muchos de los fotógrafos se regodeaban en las partes más sórdidas de la ciudad, como edificios y solares abandonados o chaperos y heroinómanos habitantes de los muelles de Manhattan... En general me dio la impresión de que, en las salas en las que el marco de las fotos es mayor que la foto en sí, lo mejor era entretenerse con las propias vistas que desde los ventanales del museo hay de Madrid o del precioso claustro ajardinado. También había fotos muy buenas; montajes ocurrentes y otros momentos que sólo el ojo atento consigue captar, inmortalizar y trasmitir. Me hice una lista para colgárosla aquí, pero buscando por Internet no he sido capaz de encontrar ninguna de las que me gustaba; así que tendréis que ir a visitarla vosotros en persona...
Por lo demás, del museo no vimos otras cosas. Las otras exposiciones temporales y la colección permanente me temo que quedarán para otro sábado lluvioso... Pero que llegará, seguro; que me que quedado con el gusanillo.
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