28/7/15

No es (sólo) donde puede, sino donde le dejan...

Esta imagen del valle de Oza, de un viaje de hace algo más de dos años, viene muy a cuento de una revelación biológica que tuve este fin de semana...: estaba yo dando un repaso a distintos espacios naturales de la provincia de Ourense, cuando di en pensar en por qué había encinares en Enciña da Lastra... "bueno, porque es el lugar mediterráneo de Galicia por excelencia", me dije, y me quedé tan ancho. Por suerte, me di cuenta al rato de que, para lugares mediterráneos por excelencia en Galicia, teníamos Verín, o la capital incluso si me apuráis, y ahí no hay encinares, sino melojares. Y el clima de O Barco por ejemplo, a tiro de piedra de Rubiá (la localidad de referencia para visitar el parque), es exactamente el mismo que el de esta localidad, y allí tampoco hay encinares... por no hablar de lo "no-mediterráneas" que son las localidades donde crecen los encinares cantábricos, que esa es otra... Otra tenía que ser pues la explicación, y la busqué en el suelo: lo que tiene Rubiá (y Santoña) que no tiene O Barco (o Verín) es un suelo calizo en vez de ácido. "¡Claro! Porque las encinas son árboles típicos de suelos básicos", me contesté de nuevo tan contento, y menos mal que enseguida seguí argumentándome que "... básicos como el ácido suelo de por ejemplo El Pardo, ¿no, melón?". Menos mal que, tras enfadarme conmigo mismo, pude al punto perdonarme y sonreír, al darme cuenta de que si había encinas en Rubiá y en Madrid, no era por el clima mediterráneo o por el suelo; no era por lo que había, sino por lo que no había: robles. Encinas y robles (melojos en este caso, pero carballos también por ejemplo) tienen valencias ecológicas muy amplias de humedad y temperatura, y aunque unos por el lado frío y húmedo y otras por el cálido y seco llegan donde el otro no, lo cierto es que al menos en la Península solaparían potencialmente en muchas localidades. Y en "combate cuerpo a cuerpo", peleando por el mismo espacio el roble le gana a la encina; supongo que porque crece más y más rápido en altura, y termina por hacerle sombra. Pero lo que los robles no toleran son los suelos calizos, que a las encinas, al igual que los ácidos, les dan igual. Y por eso hay encinas en Rubiá: no porque les gusten especialmente los suelos básicos (uno de los pocos lugares calizos gallegos), sino porque precisamente por esos suelos, no hay robles. ¡Y lo contento que me puso darme cuenta yo solito...!

2 comentarios:

juanbrigu@hotmail.com dijo...

Antón, muy interesante toda tu argumentación.


Antón Pérez dijo...

¡Hombre, mi fan más anónimo! Me alegro de que te haya gustado :-)