En junio y julio siempre suelen amontonarse las defensas de varias tesis en la facultad, debido al efecto "antes de fin de curso", pero este año el número ha sido notable, y en septiembre (el curso como tal acaba en septiembre) esperamos otras tantas... el motivo es que éste es el último año en que los doctorandos según el Real Decreto del 98 (el mío, el pre-máster) pueden defender, y por eso son tantos los que han apurado a defender tesis que de otra forma se iban alargando indefinidamente. Dos son las que me han tocado de cerca: la de Miren, mujer de Pablo y compañera habitual de cafés, el día tres; y la de Samu, casi marido (¡en octubre!) de Sofi, ayer. La de Miren, que versaba sobre los flavonoides presentes en el café, el cacao y la yerba mate y su asimilación tras la ingesta, me pilló algo más ajeno al tema; pero de la de Samu, sobre interacciones entre polillas y flores a medio camino entre el parasitismo y la simbiosis, sí me enteré más. Me enteré además de por qué las flores de la Silene colorata parecen estar siempre medio arrugadas y secas: no lo están, sino que sucede algo tan sencillo como que se abren de noche y de día se cierran; de noche que es cuando vuelan las polillas que las polinizan (en realidad no es tan sencillo, pero... haber venido ayer a la tesis, jeje). Y me enteré de que este abrirse y cerrarse con el día que comparten con los dondiegos de noche tiene un nombre bien bonito: nictinastia... Y al pensar en los dondiegos, me di cuenta también de que si Dios quiere dentro de una semana estaré durmiendo en Vilar de Barrio. Y este año casi (casi...) ni me importaría que lloviese un poco...
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