15/7/14

Dos meses

Dos meses. Eso es lo que dura para mí el verano: los dos meses que dejan en medio al solsticio con el que empieza oficialmente para todos vosotros. Los dos meses en que las noches se acortan lo suficiente como para no tener que encender en Madrid ni la lamparita de la mesilla al sonar el despertador, ni la del salón a la hora de cenar. No hay olas de calor que valgan; el verano dura lo que duran los días interminables: dos meses. Dos meses en los que la migración está relativamente parada. Relativamente sólo, pues en s'Albufera me llené ya de pena al ver el primer zarapito trinador del postnupcial. Igual que me desasosiega un tanto ver ya moverse en bandadas nerviosas a aviones, vencejos y abejarucos por los costados de la Facultad. Dos meses. Cada vez me rinde menos el verano...

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