¡Como odio el aire acondicionado del tren! Unido en estas fechas al permanente "olor a TALGO" que se impregna durante días en la ropa se las apañan para que, aunque el viaje cada vez dure menos, se le haga a uno cada vez más largo... menos mal que al bajar hace un rato me esperaban en la estación los taitantos grados que coge esta ciudad a la que sale un poco el sol.
Iba un poco pendiente por la ventanilla de ver por Castilla adelante si se notaba de alguna manera que estamos en año de topillos... sinceramente no sé ahora qué esperaba ver: supongo que cascadas de topillos desbordando por los taludes, masas de topillos flotando sobre el agua y permitiendo a la gente atravesar el Duero a pie enjuto, notar cómo patinaban las ruedas del tren al aplastar millones de topillos... topillos por todas partes, vamos; y entrando y saliendo enloquecidos de la masa topillil una barahúnda de milanos, cernícalos, búhos, lechuzas, zorros, busardos, garzas, comadrejas y culebras, todos entregados al frenesí devorador... No vi eso, aunque hubiera estado bien, jeje; si acaso algún milano negro más que de costumbre. Tenía más curiosidad por llegar al NW, a Territorio Castaño, y ver si los susodichos estaban ya adornados con sus candelas peculiarmente perfumadas... pero no. No al menos en la montaña; ya me fijaré ahora en el fondo del valle. En cualquier caso, el "polo San Antón, ourizos coma botóns" no lo he llegado a ver yo nunca: hoy 13 de junio podrán estar los castaños florecidos o no, pero de ahí a que ya asomen los erizos va un trecho... Lo malo de venir de vez en cuando es que, en vez de seguir como en Madrid el desarrollo de las estaciones a cámara lenta, uno va coleccionando fotogramas sueltos, y si (como en las siete y media) uno no llega o se pasa, toca esperar los doce meses para ver si, esa vez sí, se encuentra uno al otro lado de la ventanilla con los castaños vestidos de amarillo. Otro año será...
No hay comentarios:
Publicar un comentario