29/6/14

Morcillas con patas (¿Cerdeña? No, Cerdanya; y V)

 La mañana del domingo salimos de Bellver tras despedirnos por última vez del perfil del Puigpedrós. Nuestro objetivo principal para el día, el bicho que había que ver antes de dedicarnos a buscar cualquier otro, era el lagarto ágil Lacerta agilis: una especie repartida por buena parte de Europa, pero que en España únicamente aparece en algunos prados de montaña de la Cerdanya y la comarca vecina del Ripollés. Javi tenía muchas ganas de verlo, y yo no tenía menos aunque ya me lo hubiese tachado en Polonia, pues es un bicho bien bonito. Bonito, pero pequeño, pues de largo no mide más que cualquier lagartijilla. Ahora bien, su robustez lo define perfectamente como un señor lagarto; robustez que unida a su irónica poca movilidad hace que muchos por ahí adelante los definan como "morcillas con patas"..

 La primera localidad clásica donde echamos el rato buscándolo fue en la estación de esquí de La Molina; ocupada por unas pocas vacas, a falta de esquiadores. Pero por más que fuimos mirando y rebuscando por la hierba alta y la base de los arbustos no dimos con ninguno. En cambio, uno termina por encontrarse otros tantos bichos que se mueven a ras de suelo...

 ... como una rana bermeja Rana temporaria, la más común de Pirineos...

 ... una lagartija roquera Podarcis muralis...

 ... o un ratón de campo Apodemus sylvaticus, al que no es sencillo sorprender en descubierto. Éste, aunque la verdad no se le veía nada raro, parecía demasiado confiado como para estar bien.

 Tras ir gastando dolorosamente las horas de la mañana, tachando infructuosamente localidad tras localidad, dándonos cuenta de que ya no nos iba a dar tiempo de buscar en otros sitios más culebras verdiamarillas, lagartijas de turbera o libélulas curiosas; decidimos echar el resto en la collada de Toses.

 Muchos lo intentaron antes que nosotros sin éxito, como veis; pero el que la sigue la consigue, y por fin dentro del enésimo piorno revisado algo realizó un movimiento inequívocamente lagartijil...

 ¡Y ahí estaba, el desgraciado! Un macho precioso practicando escalada libre por entre las ramas, lejos de todo alcance. ¡Y encima la única foto que le saco bien me sale con esa rama de las narices tapándole las suyas!

 Este juvenil (el segundo y último lagarto que apareció) al menos se portó bastante mejor, soportando estoicamente las larguísimas sesiones de fotos que solemos gastarnos.

Muy grande no era, como veis, jeje. Tras terminar con el lagarto tocó ya volver a Madrid, no sin antes pararnos, como os conté el lunes, a probar fortuna con los halconcitos. Tres días la mar de exprimidos, ya veis; os he contado tantas cosas que parece increíble que echásemos al final tantas horas en el coche, y contando además con lo perezoso que me estoy volviendo... menos mal que siempre está ahí Javi tirando de uno. Muchas gracias, y a ver si la próxima llega prontito :-)

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