Lo hemos olvidado desde el día en que aprendimos a vestirnos y a hacer hogueras; pero para nosotros, animales endotermos, hambre y frío son prácticamente dos caras de la misma moneda: necesitamos comer constantemente, porque todo el tiempo estamos quemando reservas para producir calor y mantener alta nuestra temperatura corporal. Esa temperatura corporal elevada nos permite así estar activos, y poder... buscar más comida: un círculo vicioso que los ectotermos ignoran felices, pero que nos ha permitido dedicar el poquitito de energía que nos sobra de la producción de calor a conquistar el mundo...
Bien como introducción; sigo. La historia es que, a más frío, mayor necesidad de comer y mayor es la desesperación por conseguir comida que quemar. Los lobos que casi no me hicieron arquear una ceja en Zamora probablemente me hubieran aterrorizado en Siberia. Porque cuando el frío es intenso, el hambre aprieta y uno no sabe por dónde van a salir los animales aparentemente más inofensivos...
2 comentarios:
Hala, qué fuerte!! Vaya con el insectívoro-granívoro... Y con la de pipas que hay en el suelo!!
Eso no es hambre, ¡es puro vicio!
Entre pipas y sesitos de pardillo... yo la verdad no le culpo, las pipas dan mucha sed :-p
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