23/12/15

Vistiendo una foto alucinante

Me "prequejaba" hace unos días, antes de subir a Orense por Navidad, mientras escribía la cuarta de las entradas sobre nuestro viaje al sur, de que mis paseos a orillas del Miño me sabrían a poco en comparación con lo que otros, los onubenses por poner un ejemplo, podrían ver nada más salir de sus casas. Pues bien, ya no me prequejo, me quejo con todas las de la ley: en toda la ciudad no hay sino mirlos y petirrojos.
Mirlos y petirrojos. Muchos, eso sí. Es una exageración, hasta cierto punto, pero la verdad me pregunto dónde están todas las garzas reales, cormoranes, gaviotas, porrones moñudos o lúganos que se ven otros años, y de los que se ven apenas un puñado, si es que se ven. Se habrán quedado arriba, con el frío. En Cracovia, donde imagino que todavía nieva...

A man feeding swans in the snow. Marcin Ryczek

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