27/12/15

50 sombras de blanco

 Volviendo la vista atrás al subir por una de las sendas que, hito a hito, conducen a la cumbre del Aneto, ve uno abrirse poco a poco una de las cabeceras del valle de Benasque. Así lucía cuando fuimos en julio, hace ocho años y medio...

... y así en mayo, un año antes. De donde sólo hay niebla y riscos veníamos, y por ahí nos tocaba bajar de nuevo. Y no es que hubiésemos decidido ascender imprudentemente un día de mal tiempo, pues pocas horas antes el panorama lucía como en la primera foto. Pero es lo que tiene la alta montaña: que donde dije "digo", digo "Diego"...

El mal tiempo en la alta montaña no es cosa de broma, por lo que sorprende que alguien pueda salir a su encuentro por motivos artísticos. Pero hay gente que lo hace, como el fotógrafo Javier Vallhonrat, y ayer pude ver el resultado de su trabajo de un año en Benasque en la exposición Interacciones, en el CGAC, donde fui con Ángel -que ya la había reseñado- como parte de un día en Santiago la mar de aprovechado. Y el resultado de su trabajo me gustó, mucho: parece mentira que cuando uno contempla de cerca obras que, de entrada, parecen estar en blanco y negro (todo roca, nieve y cielos lechosos), resulten luego tener toda la paleta de colores: blanco azulado, de hielo glacial comprimido por el paso de los años. Blanco sucio, donde la nieve acusa el resultado de aludes anteriores. Blanco verdoso y rojizo, según sean las algas microscópicas que, al calor del sol, comienzan a crecer entre los cristales acuosos... mil blancos distintos, retratados en unas imágenes de textura tan conseguida que costaba creer que no rezumaran. Teniendo todo eso, ¿para qué son necesarios tantos textos opacos acompañándolas, explicando lo que deberían transmitirnos? "Para que esto, en vez de una exposición de fotos, sea Arte Contemporáneo". Será...

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