20/10/14

Poniendo los intermitentes

Dos meses después de empezar a correr, sigue dándome tanta pereza como la primera vez, y más ahora que al currar por la tarde salgo nada más levantarme; pero al menos ya no me duele nada, ni durante ni después. Le he cogido en este tiempo el gusto a ir a la pista del Canal, porque el suelo de goma se agradece a la hora de pisar, pero sobre todo porque al haber tanta gente uno se siente más acompañado, y lo que es más importante aún, tiene con quién medirse... pues admitámoslo: es prácticamente imposible desligar "correr" de "echar una carrera". Entre el segundo día que salí, en que sólo fui capaz de adelantar a los señores mayores que iban andando, y ahora, he mejorado algo en forma física, pero sobre todo mi puntito de orgullo está la mar de contento. Lo más reconfortante sin duda es enganchar una liebre en una de las vueltas e ir pisándole los talones un buen rato, para después, e intentando poner cara de sufrimiento cero, adelantarla e irla dejando atrás... ¡y cómo fastidia cuando es uno el lagomorfo, hay que ver...! En fin, nunca hubiera pensado que esto de correr era tan entretenido.

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