Ayer por la mañana, aprovechando para aunar reencuentro postvacacional y sesión de pajareo, nos acercamos Bea y yo al Juan Carlos I, a ver cómo de movido estaba el paso postnupcial. Tenía yo muy buenos recuerdos del parque en esta época y me apetecía repetir experiencia.
Sin embargo el paso resultó estar de lo más parado: demasiado pronto, demasiado tarde, vientos de un lado o de otro, una climatología inadecuada en época de cría... y todas esas cosas que hacen que el campo unas veces bulla y otras esté vacío de bichos. Golondrinas y aviones, sí, y algún papamoscas cerrojillo que otro; pero ni rastro de las hordas de currucas de todo tipo, mosquiteros y demás migrantes que le había prometido a la chica...
Macho de (creo) Graptemys pseudogeographica |
Así que los bichos más agradecidos de la mañana resultaron ser los galápagos, antiguas mascotas abandonadas por dueños negligentes que tachonaban aquí y allá la superficie verdosa y lisa de los múltiples estanques del parque.
Nos entretuvimos distinguiendo especies y sexos de tortugas, y echándonos unas risas con los paneles explicativos de las distintas esculturas del Parque. Ésta de arriba, a medio camino entre skatepark y Teletubielandia, resultó ser...
El título de esta otra obra era bastante intuitivo...
No así su explicación, claro. Como Bea tenía que entrar a trabajar pronto no pudimos echar mucho tiempo en el parque, pero algún día que haga menos calor y me aburra prometo prepararos una entrada con todas las esculturas y sus carteles respectivos.
Y termino con una paloma. ¡Qué maja ella, en éstas siempre puede uno confiar...!
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