De aquí |
¡Bienvenido, agosto! ¡Feliz San Fiz a todos! Este año no me pilla en la aldea aún, que todavía aguantaré una semana más en Madrid antes de subir, intentando aprovechar el tiempo en la Facultad... cosa que me estoy tomando con calma en cualquier caso. Esta semana, por ejemplo, he disfrutado bastante leyendo bibliografía, a lo mejor no estrechamente ligada con los temas que me traigo entre manos, pero sí muy inspiradora. Y me ha gustado especialmente un trabajo, publicado en Biological Reviews, que introduce un término del que me he enamorado, y que os desvelaré al final de la entrada...:
Todos sabemos que, cuando hay un recurso disponible, alguien acaba apareciendo para aprovecharse de él; en la naturaleza y en todas partes. En determinado momento surgieron del mar las islas Galápagos, y en ellas acabaron arraigando hierbas de todas clases, grandes y pequeñas, con semillas grandes y duras o diminutas... y el resto de la historia ya os la sabéis: llega más tarde de forma fortuita un pajarillo del continente (bueno, varios) con ganas de comerse el mundo, y poco a poco va diversificándose, apareciendo herramientas (picos) que le ayudan a hacerse con los distintos recursos. Llega muchos años más tarde un joven naturalista inglés dado a la reflexión y voilà, nace la leyenda de los pinzones de Darwin.
Algunos años más tarde, otros ingleses comenzarían a pasar año tras año en las islas, estudiando estas aves y publicando sobre ellas un sinfín de artículos y un libro, El pico del pinzón, que les acabaría valiendo el Pulitzer de 1995. Los Grant han trabajado sobre todo con las aves del género Geospiza: seis especies básicamente idénticas en todo salvo en su tamaño corporal y en el de sus picos (cada especie con "el suyo", pero abarcando en total toda la gama de la ilustración de arriba). El núcleo de las investigaciones de este matrimonio muestra cómo, en unas islas sometidas al capricho del El Niño y demás desajustes meteorológicos, donde algunos años llueve mucho y otros nada, y donde como consecuencia el tipo de semillas disponible de una temporada a la siguiente varía también mucho; la población de estas seis especies de aves varía siguiendo la abundancia de las semillas que comen: algunos años en algunas islas predominan sólo las especies de picos medianos, otros las de especies con picos grandes y pequeños, otras medianos y pequeños... y así sucesivamente.
¿Y el artículo que os quiero comentar, de qué habla? Pues haciendo una revisión extensa y esclarecedora de un montón de artículos, todos referentes a estas aves, vienen a mostrar cómo no es que los Geospiza sean "básicamente idénticos en todo salvo en su tamaño corporal y en el de sus picos", sino que, efectivamente, son básicamente idénticos. Vamos, que sólo hay una especie de estas aves, dividida en distintos morfos que forman básicamente un gradiente continuo de tamaños (intentad hacer seis grupos discretos a partir de la lustración de arriba; no se puede, realmente). Cada ave tiende a cruzarse con las que más se le parecen, pero no siempre, y hay bastante mezcla. Esto en principio (que haya un cierto flujo de genes entre grupos) no debería haber sido un problema para que, en condiciones normales, donde siempre hubiese semillas pequeñas, medianas y grandes disponibles, cada morfo hubiera seguido siendo cada vez más parecido a sí mismo y más distinto de los demás, hasta terminar formando otras tantas especies claramente definidas. Peeeero... las Galápagos son de todo menos normales, y al cambiar casi cada año de condiciones, y con ello su disponibilidad de recursos, lo que pasa con los pinzones es que las distintas formas se ven atrapadas en un círculo donde la forma que triunfa hoy pude no ser la que lo haga mañana y sí ser la que lo haga pasado. De modo que, uno de los ejemplos más clásicos de radiación adaptativa, citado en todos los libros de texto... en realidad es un ejemplo de "especies" que nunca llegan a serlo. "Evolución sisifiana", lo han llamado. Y el que quiera el pdf, que me lo pida.
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