Me gustaría estos días pasarme a ver un par de curiosidades ornitológicas. Ya que no va a poder ser, me contento con comentároslas:
- En Tarifa han criado por segundo año consecutivo los bulbules naranjeros Pycnonotus barbatus, una especie muy común en huertos y jardines de casi todo el continente africano (me la había tachado en Marruecos yo), con algunas citas previas en la Península y que parece tener ganas de dar el salto definitivamente. Cuando fuimos al Estrecho en mayo del año pasado ya estaban criando por allí, pero como había demasiadas cosas que ver nos centramos en otros asuntos. Tal vez si el año pasado y no éste alguien hubiese sacado esta foto de un progenitor con tres polluelos tan monos...
- El notición está en cualquier caso estos días en Mélida, un municipio del sur navarro, donde apareció el sábado un bicho espectacular: un macho adulto de alcaudón núbico Lanius nubicus, el primero que se ve en la Península (hay un par de citas antiguas de Baleares). El alcaudón núbico es una especie ciertamente carismática, no un "pajarillo marrón" que sólo gusta a los más devotos; y son legión los que se han pasado en este par de días por la ribera del Aragón.
Yo mientras, en Orense, contento con las peculiaridades pajarísticas que no encuentro en Madrid con la misma facilidad. Un reventón de cañerías junto a mi antiguo colegio había llenado esta mañana de barro la acera; barro que recogían diligentes los aviones roqueros, entretenidos con la reparación anual de sus nidos. Junto al Miño, los mosquiteros ibéricos hacían coro desde los sauces a los colirrojos que cantan desde las antenas. Y cada ciruelo rojo parece que trae de serie un macho de verderón, que le da un aspecto paradójico: un árbol morado portando una fruta verde. Qué bonita sería esa acuarela, si yo supiese pintar...
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