¿Qué pintábamos nueve pajareros enfocando la vegetación dunar de la playa de Pobeña, a escasos metros de la apestosa refinería de Muskiz, convenientemente obviada en la foto? Pues disfrutar del segundo mejor twicheo del mes (el primero, mañana): un macho de collalba desértica Oenanthe deserti que apareció convenientemente hace una semana, bien cerquita de donde nos íbamos a quedar; igual que en febrero nos pasara con los ampelis de Ramales. Esta collalba (¡bimbazo para el que escribe! :-D) vive normalmente en zonas áridas del norte de África, pero (ustedes me dirán por qué) en Europa no es que suela aparecer en zonas sequillas del sur, no; sino que le da por subir en otoño-invierno hacia el norte, y casi todas las citas son de machos como el de las fotos, en playas barridas por el viento y la lluvia de Francia, Gran Bretaña, Holanda... ¡hasta Suecia!
En fin, tras aburrirnos de hacerle fotos a la collalba, un bicho tremendamente confiado que se me llegó a posar a un par de metros (¡la de rarezas que matan los p**** gatos...!), volvimos a la zona de las marismas de Santoña, donde pasamos el día saltando de un lugar habitual a otro (pólder de Escalante, Montehano, Arenilla, puerto...). La bahía estaba rara: un poco un "sí... pero no" de bichos. Con algunas cosas chulas (ánsar careto, zampullín cuellirrojo, serreta mediana...) pero muchas ausencias (negrón especulado, águila pescadora, colimbos, alcas...) y en general ambiente poco animado. No sé; sería cosa del día...
Total, que agotamos las horas de luz en cabo Quintres, mirando un rato al mar y buscando pajarillos curiosos. De los que sin duda la guinda se la llevó un morito Plegadis falcinellus que, buscando probablemente el camino de vuelta a Doñana, enfiló durante unos instantes mar adentro camino de Cornualles, hasta que se dio la vuelta y volvió por donde había venido...
Había algún chorlito dorado Pluvialis apricaria que otro también, ¡qué bichos más bonitos y qué mierda de foto...!
Dije arriba que "agotamos las horas de luz", pero no las de día, que aún quedaba mucho. Antes de cenar pues nos calzamos las botas de goma y remontamos el "arroyo de las angulas", en la playa de Trengandín.
Linterna en mano, revisamos concienzudamente la charca, buscando tritones palmeados (que serían nuevos para mí) y jaspeados...
... pero sólo encontramos estos malditos: montones y montones de cangrejos rojos Procambarus clarki, que se comen las puestas de los anfibios que da gusto... ¡Menos mal que todavía nos quedaban los copazos de helado del Montecarlo para levantarnos el ánimo!
2 comentarios:
¡¡Quita ese somormujo cuellirrojo de la entrada!! Ya nos gustaría ya! Y, ya puestos, habrá que mencionar al eider, o la serreta mediana, no?
Buena entrada, me quedo con las fotos del primer día!
Error corregido, no te sulfures :-p Y todavía queda una entrada sobre el viaje, jeje...
Publicar un comentario