18/12/13

Significativo

Estaban las dos sentadas en la escalera del metro de Moncloa, jóvenes y guapas, con la belleza que irradia de las sonrisas sinceras; hablando en lengua de signos. A saber de qué, pero a toda pastilla, como cualquier otro de su edad. La gente (yo el primero) mirándolas de forma más o menos disimulada, que este tipo de asuntos siempre despierta la curiosidad. Una entonces gesticuló algo, y a la otra se le puso cara de “¡ay, pobrecita mía! ¡Jajaja…!” (ojos como platos, sonrisa incrédula tapada con la mano… siempre en silencio), y abrazó y besó a su compañera. Eso no necesité que me lo tradujeran…

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