Aunque uno esté en paro, los amigos con coche (por suerte) no, de modo que hay que aprovechar los puentes como éste de la Inmaculada para las escapadas. Y como solemos hacer en invierno, toca escaparse al norte, al monte y a la costa; a recibir con los brazos abiertos a las aves que bajan a nuestro encuentro de todavía más arriba y a gozar con los colores imposibles del amanecer de la costa. Esta tarde nos vamos; ya el lunes, si eso, más...
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