La ilustración, en su fealdad, resultaba extrañamente tentadora: ¿qué demonios era esa especie de rata-mofeta de la portada del último número de Systematic Biology? Sin duda algo que merecería ser comentado en el blog, así que dejé lo que estaba haciendo (como si me costase tanto) y me puse a investigar...
El bicho en cuestión, que no es mucho más agraciado en persona que en dibujo, resultó ser una rata de crin Lophiomis imhausi: un roedor propio de bosques montanos del este de África, y tan singular que pertenece a su propia subfamilia. Cuando la rata de crin anda por ahí, atendiendo sus asuntos, el pelo le cae un poco por todas partes, como si llevase un abrigo de piel barato. Pero si le tocan las narices, levanta la crin, y se queda con el aspecto que veis arriba y en los bonitos dibujos de abajo...
Lo mejor viene ahora, claro: los pelos de esa banda marrón orlada de blanco que quedan al descubierto al elevarse la crin, resulta que no son pelos normales, sino que vistos a la lupa son esponjosos. Y apenas hace nada se descubrió que la rata se dedica a morder la corteza de un arbolillo muy venenoso (que utilizan de hecho los nativos para emponzoñar puntas de flecha), para después restregar sus costados contra las zonas mordidas y dejar que esos pelos esponjosos se embeban en veneno; siendo así el único vertebrado tóxico que consigue su veneno de fuentes externas. El cráneo y la columna vertebral de la rata están además particularmente reforzados, de forma que un depredador cualquiera que decida morderla no le haga demasiado daño antes de saborear el veneno amargo que puede llegar a matarlo...
Qué cosas hay por el mundo adelante, ¿eh?
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