1/11/13

Castilla platónica

Tren matutino: novedad desde algo antes del verano. Salida a las 7:20. Gracias al recentísimo cambio de hora, despunta ya el amanecer al salir de Chamartín; y tras atravesar en duermevela los túneles de la Sierra me despierto del todo, dejo el libro de lado y clavo la vista fuera: comienza el espectáculo. La planicie castellana al amanecer es mucho más agradecida que los montes gallegos, donde cuando la luz consigue penetrar es ya blanca y anodina. Entre Segovia y Valladolid, antes de que el Sol descuelle, la escarcha refulge sobre los rastrojos, y se desarrolla por doquier el ballet de sombras chinescas (y el juego de las identificaciones): una sombra pesada, de aleteos profundos de alas redondeadas, ¿búho chico trasnochador o ratonero madrugador...? Una bandada de fringílidos toma altura, cual montoncillo de signos de puntuación aventado (¿pardillos, jilgueros, verdecillos; los tres??); y un halconcito (¿cernícalo, esmerejón?) se introduce raudo entre ellos buscando el desayuno... Sobre un repecho, un pequeño grupo de bultos comienza a desperezarse y moverse (¿ovejas, avutardas?)... Pero dura poco la sesión, y a la altura de Medina ya el sol ha subido lo suficiente como para pintar de colores lo que minutos antes eran sólo siluetas negras. A ver si ahora, ya sí, puedo leer...

2 comentarios:

Javi Pato dijo...

Caray, mira que no habrás hecho veces ese vieja y comentado en no pocas entradas y no dejas de sorprenderme. :)

Antón Pérez dijo...

Bueno... nunca a esa hora temprana, en esta época del año :-) "No nos montamos dos veces en el mismo Alvia...", jeje