23/10/10

Mi laboratorio, dos años más tarde...

Cuando empecé la tesis, llevaba a cabo todo el trabajo de laboratorio en el Departamento de Genética. Hace dos años, cuando montamos nuestro laboratorio, pude pasar a realizar parte del trabajo en la planta 9. Se inició así un baile curioso: el que me obligaba a recorrerme varias veces la Facultad de un edificio a otro, con las muestras o cajas de hielo de acá para allá según tocase hacer una cosa u otra...
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Por fin, después del verano hemos concluido una serie de reformas y de compra de material que han hecho de nuestro laboratorio “uno de verdad”, en el que podemos hacer ya prácticamente todo el trabajo, desde que llega la muestra del campo hasta que salen los datos camino del ordenador... Ha habido un poco de todo: bastante mueble de IKEA, soluciones casi artesanales y mucha, mucha paciencia para tratar con los caprichos de obreros, proveedores y superiores. Pero el resultado, visto desde dentro, y sabiendo de donde venimos, es de sobresaliente.

¡Pero si hasta tenemos un aparato de aire frío y caliente! ¡Y persianas! Y es que esto lo necesitábamos como el comer, porque la diferencia térmica entre cada una de las fachadas del edifico es notabilísima, y la del laboratorio padece un clima continental extremo, que hace (hacía) que la temperatura varíe entre 7º en invierno y 35º en verano (y el termómetro de máximas y mínimas no miente).

Las reformas nos han obligado a poner los armarios un poco en medio de todo, en el sitio menos malo...

... pero al menos así podemos ocultar a la vista una esquina algo fea donde están una estantería con cajas de suministros, la máquina de hielo y la autoclave. Y además así, si a ésta le da por estallar, puede que gracias a los armarios tenga una oportunidad de sobrevivir.

Hacerlo todo en una misma habitación nos obliga ahora a tomar medidas de seguridad extras para evitar que las muestras se contaminen entre sí. Y entre otras historias tenemos que usar ahora una campana de flujo laminar y luz ultravioleta para montar las PCR’s. Es un incordio, pero mejor prevenir que lamentar.

Y dejo lo mejor para el final: el bicharraco a la derecha del microondas es un revelador de geles; y es la máquina que mejor ejemplifica nuestro cambio de aires, la que nos ha permitido librarnos del agobiante cuarto de geles de Genética, donde todo estaba contaminado con bromuro de etidio.

Muchos aparatos, pero sobre todo mucha ilusión: la de sacar algo grande adelante. Ahora será un poquito más fácil...

2 comentarios:

Guro dijo...

Estaba buscando otra clase de información sobre máquinas de hielo (trabajo en servicio técnico), pero me ha encantado leer esto.

Gracias por esta agradable sorpresa. Qué recuerdos de la facultad y del laboratorio de biología, en especial de el de genética.

Un saludo,
Ricardo
Reparacion de maquinas de hielo madrid

Antón Pérez dijo...

Me alegro de que te haya gustado, gracias por saludar.