Gaudium; alegría es lo que contagia en general la obra de Gaudí... Ayer por la mañana, todavía con valores de bootstrap e inferencias bayesianas bailándome en la cabeza, me recorrí Barcelona (solo primero, luego con Lucia, otra alumna del curso y antigua compañera en Santiago) visitando una mínima parte de las obras más sobresalientes del genio del modernismo catalán: comenzando por el Parque Güell, pasando luego por la cumbre inconclusa de la Sagrada Familia, y descendiendo en fin por Gràcia de casa en casa. Sea declarado santo o no a la vuelta de los años, lo cierto es que el trabajo de sus manos deja traslucir multitud de detalles de piedad cariñosa que seguro le fueron tomados en cuenta tras lo del tranvía.
Después de comer pasamos ya la tarde sin prisas junto al mar, visitando l’Aquàrium (que está bien, pero no como para justificar el precio de la entrada) y viendo tranquilamente todo el entorno portuario. Hoy en principio se presenta un día calmado también; otro día de tregua, antes de seguir batallando contra la sabiduría el lunes...
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