Pues esta es, la chulísima furgoneta cuyo estreno campestre bien merecía que fuésemos hasta Monfragüe :-) Estrenarla y pasar un fin de semana en buena compañía y alejados de las preocupaciones laborales, claro. Como ya estáis hartos de ver en este blog fotos de Monfragüe (y el que llegue de nuevas, tiene un buscador en el borde superior de esta página), os voy a cascar directamente unas cuantas fotos de bichos...
Empezando con una de las dos águilas imperiales ibéricas Aquila adalberti de la pareja que cría en La Portilla, contemplando indolentemente un tránsito constante de turistas de todas las nacionalidades. Incluso para los que nos conocemos ya al dedillo el Parque, poder casi tocar bichos como éste, verlos recoger ramas para reparar su nido, interaccionar entre ellos, amagar ataques a los buitres que pasan demasiado cerca... resulta una experiencia casi increíble cada vez que vamos.
Monfragüe en invierno se vacía de bichos, claro, pues muchas de las especies más jugosas están o bien más al sur o bien aletargadas por estas fechas. Sólo unas pocas, como los cormoranes grandes Phalacrocorax carbo, aumentan de número al bajar desde más al norte.
El zorrete Vulpes vulpes de La Tajadilla, acostumbrado a mendigar comida a los visitantes, lucía un espeso abrigo invernal. De nuestra mesa se fue de vacío: a todos nos gusta la sensación de dar de comer a los animales, pero bichos como éste se exponen constantemente a meterse en problemas; a ser atropellados, a que les peguen un tiro después de morder a algún visitante que se toma demasiadas confianzas creyendo que son mansos...
Y lo que el zorro no se acaba, se lo terminan los rabilargos ibéricos Cyanopica cooki; aquí nada se pierde...
Lagartos, culebras y demás bichos con escamas se encuentran entre los que, como yo, sueñan estos días con el sol y el calor primaverales. Pero sus colegas de piel desnuda, como esta ranita meridional Hyla meridionalis estaban mucho más a sus anchas, y fuimos sumando anfibios a la lista acá y acullá.
Un sapo corredor Bufo calamita, bastante asustadete el pobre de los tres micos gigantes que lo rodeaban y fotografiaban sin piedad.
Y un macho de tritón pigmeo Triturus pygmaeus en pleno celo que sorprendimos durante nuestra salida nocturna, con su cresta dorsal desarrollada y la cloaca enormemente abultada.
El domingo amaneció cargado de niebla y pesado, y a los buitres de Peña Falcón les costó mucho desperezarse y echarse a volar. Entre los muchos que, con cara de aburridos, esperaban a que el día calentase un poco, había varios con marcas alares, como los dos de la imagen.
No nos engañemos: al que ha visto Monfragüe en su esplendor primaveral, venir en enero le sabe a poco. Así que no empezaremos a venir cada año por estas fechas; pero oye, esa curiosidad que hemos satisfecho. Y lo mucho que se disfruta también del monte en un ambiente general de silencio; cosa que dentro de tres-cuatro meses, entre pájaros y personas, resulta difícil de conseguir... si queréis venir a comprobarlo, invitados quedáis.
4 comentarios:
Qué envidia de Ranita meridional... NUNCA LA VERÉ :(
Tiempo al tiempo, hombre; no desesperes :-) ¡Te quejarás además, con todo lo que viste en Perú, jeje!
Jo, qué suerte ver a un zorrito tan tan de cerca.
Jeje; menos envidia me dan los leoparditos que vas a ver tú... :-p
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