Sorprendentemente y sin necesidad de hacer cabriolas, el miércoles por la tarde apañé en 15 minutos las citas para los tres días siguientes: el jueves en Coruña, y ayer y anteayer. Anteayer vino a verme Raúl con Cris, y echamos un buen rato paseando la ciudad que siempre resulta más bonita vista a través de los ojos ajenos. Después de comer fuimos a tomar el café y el poste a la Plaza Mayor donde, por pura gula y capricho, me tomé un gofre con nata; y me supo igual que como los recordaba... y es que hacía años que no los comía: el único sitio donde había comido gofres antes era en La Estila, donde constituían el desayuno más esperado los días de fiesta grande. Como además esos días la gente dormía hasta tarde y muchos se saltaban el desayuno, uno podía repetir y tripitir, hasta acabar aborreciendo el dulce durante una buena temporada....qué tiempos, jeje.
Y ayer, más Compostela, pero bebiendo directamente de las fuentes: día en Santiago; primero dando una vuelta con Ángel (incluyendo visita a un museo que, en cuatro años allí, todavía no me había tachado) y después comiendo con Jaime. Día de sol radiante tras una tormenta que cesó antes de que llegase mi tren; poco más se le puede pedir a la ciudad...
Y ayer, más Compostela, pero bebiendo directamente de las fuentes: día en Santiago; primero dando una vuelta con Ángel (incluyendo visita a un museo que, en cuatro años allí, todavía no me había tachado) y después comiendo con Jaime. Día de sol radiante tras una tormenta que cesó antes de que llegase mi tren; poco más se le puede pedir a la ciudad...
No hay comentarios:
Publicar un comentario