A la gente le hace gracia (por decirlo con los términos menos ofensivos) cuando el Papa dice que la raíz de la crisis que padecemos es una crisis de fe. No "de valores", como suelen decir los que por no salirse de la zona de la corrección política se quedan en un "casi, pero no"; sino de fe. Con un poco de cristianismo radical, las cosas nos irían a todos mucho mejor... ¿Y en qué consiste ese cristianismo radical? Jesús lo dice (Mt V, 48): "Sed perfectos, como vuestro Padre Celestial es perfecto". No "buenecitos", no: perfectos. A ver a quién se le ocurre mayor revolución, en este mundo en que casi se aplaude la mediocridad antes que lo bien parecido... ¿Y cómo es ese amor perfecto que Dios tiene por nosotros, y que de tantos apuros nos sacaría si empezásemos a practicarlo entre nosotros? Pues lo explicó muy bien el cura en la homilía del pasado 25: muchas veces creemos ser el no va más de la bondad, y enseguida nos pillamos en el renuncio de decir "mira a X; ¡todo lo que hice por él y no me dio ni las gracias...!" Así es el amor perfecto que Dios nos tiene, el que no pide a cambio nada. Ni las gracias...
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