El sábado perfecto: sol sin demasiado calor, buena compañía y un plan naturalístico tan tranquilo como apetecible por la Sierra de Madrid. ¿El destino? Primero el valle del Lozoya, que atraviesa transversalmente el norte de la comunidad, de embalse en embalse, camino del Jarama.
Estos prados insultantemente verdes en comparación con los del resto de Madrid dan cobijo también a varias especies de pajarillos propios del norte de la Península, y que aquí es donde más cerca se les puede ver criando de la capital: el alcaudón dorsirrojo y la tarabilla norteña. No vimos ninguno de ellos, lamentablemente; pero sí currucas mosquiteras y zarceras, que también son rarunas tan al sur.
Tampoco es que viniésemos buscando pájaros, la verdad; sino paz, principalmente: y con paisajes así tuvimos una buena dosis. Había mucho somormujo en el embalse de Pinilla; y las orillas rebosaban de preciosas lavanderas boyeras.
... pero además de paz, también buscábamos flores. Javi se está volviendo un experto botánico últimamente, y cada vez que salimos presta al menos tanta atención al suelo como al cielo, buscando de continuo el siguiente objetivo para su cámara. Y en medio de la matriz de gneises ácidos de esta zona de Madrid, hay unas inclusiones de dolomías cretácizas calizas donde no solo está un importante yacimiento de restos de neandertales, sino también muchas especies de plantas escasísimas en la zona de la Sierra.
Plantas como el junquillo, Aphyllanthes monspeliensis, una curiosa liliácea que formaba vistosos tapices azules.
Los linos Linum spp. crecían también por doquier, tanto los azules L. narbonense, pariente cercano del lino de uso texti...
... como los blancos L. suffruticosum.
Pero la estrella de la jornada fue la mata birriosa de la foto, que posa (es lo bueno de las plantas: que no se mueven para la foto) junto a su imagen en la Grijalbo. Es nada más ni nada menos que un geranio de El Paular Erodium paularense, especie descrita en una fecha tan reciente como 1989 y que aparece solo aquí y en dos sitios más en Guadalajara. En dichos lugares no es que sea escasa, pero sus poblaciones ocupan un área tan reducida que la planta es rara rara. Que no todo va a ser tacharse bichos :-)
Al echar la mañana mirando al suelo pudimos comprobar que además la zona estaba llena de lagartos ocelados, de todas las edades, a cada cual más bonito; pero todos demasiado rápidos para mis torpes manos. Esta vacaloura se prestó de una manera mucho más agradecida a su correspondiente sesión fotográfica.
Tras comer en Rascafría en una terracita la mar de apañada, echamos la tarde bicheando tranquilamente entre piornos en el puerto de La Morcuera, que tal vez os suene como zona donde el escribano hortelano está asegurado. Y vimos hortelanos, sí :-)
Y además ¡un grupete de cabras montesas Capra pyrenaica con sus chivitos! Esto sí que fue una sorpresa, y bien se merecía un recuerdo "prismatiscopeado".
Y ya para concluir, la obligatoria foto de grupo (aunque Sirin no quiso esperar los 10 segundos...). Lo que tenemos en las manos son un tupper de tarta de queso y sendas tazas del café con leche que trajo Raquel sin que nadie se lo pidiera: un segundo desayuno hobbit para iniciar con ánimos la fatigosa persecución del geranio... ¡si es que no se puede sufrir tanto!
2 comentarios:
Una entrada muy bella. ¡Me encanta el escarabajo! La plantacha esa no tanto...
Jeje; tú sí que eres bella :-) Qué bien que descansas un rato de los exámenes y vuelves a comentar :-)
Publicar un comentario