1/9/14

Un domingo por los aires

 Por los aires, pero ni en avión ni en globo: sino en el teleférico de la Casa de Campo: un antojo repentino de mi hermano, que nunca había subido (yo sí, en las excursiones de chaval a Madrid) mientras íbamos paseando por el Parque del Oeste. Tan repentino fue que no llevaba la cámara a mano, así que ya lo siento, pero tiro de móvil.

 Cada una de las cabinas, de hasta seis personas, tiene su número. Y como vienen desordenadas se me ocurrió que una ocupación bastante absurda podría ser ponerse en alguno de los parques sobre los que pasan los cables con unos cartones del bingo, e ir tachando números en función del de la cabina que pase... si alguno lo hacéis, agradeceré mucho que me lo hagáis saber.

 El recorrido pasa lo suficientemente lejos de las principales vistas de Madrid como para que los edificios más representativos apenas destaquen entre los árboles si uno no sabe de antemano cuáles son. Pasa uno en cambio sobre mucho parque y algunos edificios, sobre los que sería curioso imaginar el resultado de que se cayese una de las cabinas. Pasa incluso bastante cerca de la fachada de alguna torre de pisos, y me imaginé que si allí viviese mi tía, en vez de donde lo hace en Orense, frente a la estación como nosotros; seguro que de pequeño me habría pasado las horas muertas a su cuidado en su casa viendo pasar el teleférico, en vez de los trenes...

 Lo que más me gustó, ya veis qué tontería, fue ver desde arriba el vivero municipal de la Casa de Campo, zona de acceso restringido donde se producen plantas para los jardines de la ciudad. Parecía estar todo la mar de bien cuidado...

La Casa de Campo: el teleférico es realmente la mejor manera de darse cuenta de lo extenso que es esta mezcla de encinar y pinar que, justo a las puertas de la ciudad, la frena y desvía por el norte y el sur. Una zona (yo no la llamaría "parque": aunque esté más manejada que un monte de verdad, esa palabra como que no le pega) que tengo la mar de inexplorada a resultas de su mala fama, pero donde seguro que hay sitio para todo, también lo bueno.

Y otro agosto que se nos fue...

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