Las borrascas las he sufrido este fin de semana especialmente al nivel de los pies: no porque con el viento la lluvia cale de lado (que también), sino principalmente por la multitud de baldosas sueltas del pavimento que ocultan taimadamente un charco debajo, de modo que cuando uno inocentemente las pisa Arquímedes entra en acción y el agua se desplaza del sustrato a dentro del zapato... de modo que hay que ir por la calle con mil ojos y desconfiando de todas las baldosas, en una especie de remedo de la tercera de las pruebas de Indiana Jones y la Última Cruzada (¡que grandísima película!)...
En fin, lo que me sacó ayer a la calle fue otro asunto arqueológico: visitar con JaviP la exposición dedicada al desarrollo del periodo Neolítico de la Fundación La Caixa, expuesta desde el jueves en una carpa en la Alameda. Íbamos, para qué negarlo, con más ganas de reírnos que de aprender, pero al final la exposición estaba bastante mejor de lo que esperaba. Lo que más me llamó la atención fueron un par de temas relacionados con la alfarería: aprender que la cestería es en origen anterior a la alfarería (me parece más complicado trenzar un cesto que dar forma a una masa de arcilla... pero claro, hay que pensar luego en cocer esa arcilla moldeada), y descubrir esa cosa tan curiosa que es la "cerámica cardial", tan dependiente del humilde berberecho... Ea, ya sabéis donde ir a aprender. Y si encima llueve fuera...
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