Desde que estamos sin cafetería, resolver cómo y dónde comer se convirtió, para los que como yo renegamos del tupper, algo que ir resolviendo un poco sobre la marcha cada día; que normalmente ha consistido en ir buscando por las esquinas alguien que también tuviese que comprar comida ese día para ir juntos a la cafetería de Forestales. Pero desde que hace bueno la cosa se ha simplificado bastante, ya que como el becario medio pasa tantas horas al día encerrado suele ser un gran amante del sol y del calor; y no cuesta nada convencerlos a todos para bajar a comer sentados en el césped de la Escuela vecina. El único problema, si es que se le puede llamar así, es que ahora que aprieta la solana y han empezado a regar, la tierra suele estar algo húmeda; pero nada que no se pueda solventar con una bolsa o un papelaco...
... pero algo me decía al llegar ayer por la mañana que ese mediodía no lo íbamos a tener tan fácil.
¡Reventón al canto! La calle inundada (y cortada), y una cascadita bajando del jardín de Forestales.
Cascadita que nacía aquí, justo donde solemos sentarnos a comer. En este país en el que no sobra agua precisamente me da mucha pena ver este tipo de despilfarros; menos mal que parece que lo arreglaron pronto. En cualquier caso, tocó irse a comer algo más lejos, a Montes. A ver hoy..
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