Lo bueno de ir a ver amigos a una ciudad que uno ya conoce es la calma con la que se afronta la visita, alejada toda tensión de tener-que-hacer y tener-que-ver cosas. Paseando de parque en parque, de heladería en heladería; y siempre con el mar a mano: esa es la manera de descansar un fin de semana.
¡Pobre Sonia, que me ha tenido que aguantar el 95 % del tiempo! No sé todavía cómo una niña tan guapa y maja no me ha mandado todavía a paseo...
Y me alegró poder ver a Óscar también, con el que no contactaba desde el famoso curso de filogenias moleculares.
Poco más os cuento hoy; que ayer cuando monté este texto era ya tarde y me pillasteis con el pie torcido, sin muchas ganas de volver a Madrid... Barcelona nunca me ha enamorado demasiado, pero una ciudad recorrida en compañía, por fea que sea, siempre entra mejor.
2 comentarios:
Ya te pasaré alguna foto más. :-)
Bieeeeennn :-D Mándame muchas y hago una entrada dedicada ;-)
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