Siguiendo con el tema de ayer de los recortes, al Ministerio de Agricultura y Alimentación (ymedioambiente) también le ha tocado (o mejor dejado de tocar) lo suyo, y os invito a que apostéis cuál de las tres partes se va a llevar la del león... Leía en la Quercus de este mes un artículo de un biólogo, Salvador Herrando, que me descubrió una nueva perspectiva respecto a las limitaciones presupuestarias en conservación, que era la de las trías (o triaje, por emplear el galicismo de uso generalizado). El triaje, desarrollado por el cirujano francés Larrey durante las Guerras Napoleónicas es un sistema de clasificación de los heridos que básicamente busca, en situaciones en que no se puede atender a todos, dedicar los esfuerzos a aquellos con mayores probabilidades de salir adelante. Y hasta que han venido a decírmelo (aunque por lo visto el debate en Bª de la Conservación ya viene de lejos) no me daba yo cuenta de que normalmente los fondos de protección de la naturaleza no se invierten con este criterio más lógico, sino con el de mantener una especie de encarnizamiento terapéutico con los enfermos terminales. Y no me daba yo cuenta de lo absurdo que puede resultar con una visión global que una determinada nación o comunidad autónoma se empeñe en proteger la última población de una especie o un determinado hábitat relíctico que prospera sin problemas al otro lado de la frontera. Hala pues; reflexionad, reflexionad...
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