Ahora que hace bueno y todo se ha llenado de "bichos", a nada que uno ande atento se puede encontrar por todas partes pequeñas maravillas. Y es que los pájaros son bonitos y tal; y los herpetos y demás. Pero los invertebrados, que tanto nos hacen sufrir a los que necesitamos ponerle nombre a todo; lo compensan en cambio con unos ciclos vitales asombrosos, que hacen que salir al campo sea la mar de entretenido...
Esta masa de espuma, por ejemplo. Estos días es muy habitual encontrárselas en la hierba y pequeños arbustos de zonas frescas: bordes de arroyos, claros de bosques y cosas así. Alguien las llamó alguna vez "escupitajos de cuco"; así me llegó a mí el nombre, y así os prometí hace ya años que os explicaría de qué iba esto. Evidentemente no es un pájaro el que provoca estas cosas, sino...
... ¡una ninfa de cigarra! De la familia Cercopidae, en concreto, las cigarras espumadoras. Al retirar la espuma que la cubre, asoma el cuerpo del animal; que así protegido de la mirada indiscreta de depredadores que se lo quieran comer y de los achicharradores rayos del sol pasa una infancia despreocupada, absorbiendo la savia de la planta cuando le apetece. La espuma la fabrica mezclando a través de unos tubos especiales aire con sus heces, que como en muchos insectos que se alimentan de savia son mayormente agua.
Una Cercopis intermedia; una de las pocas especies europeas de esta familia. Con ser pocas, son sin embargo muy frecuentes, no siendo difícil verlas aquí y allá. Ahora bien, saltan como demonios; y a una velocidad tal que más que saltar uno diría que se teletransportan, por lo que es difícil acercárseles mucho.
... Y hablando de cigarras, este año todavía no he escuchado nunca a las grandes, a "las de verdad"...
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