Él era un perro guardián; el más fiero de todos. Tenía a su cargo la custodia de una piscifactoría a las afueras de Badajoz, y lo cierto es que nadie se atrevía a saltar la verja estando él allí. Tal vez es que nadie quisiese robar tencas apestosas; pero en todo caso él sabía que su penetrante mirada bastaba para atemorizar a cualquiera.
Un día un humano osó desafiarle: bajó el primero de un autobús lleno de otros vulgares monos lampiños, y nuestro aguerrido vigilante se abalanzó sobre él, dispuesto a neutralizarlo con su técnica secreta; un toque sobre la pierna, donde como todo el mundo sabe está el botón que desactiva a los humanos. Después podría morder cómodamente su garganta, aplastando así tráquea y vasos; y a por otro invasor desdichado.
... pero ¡oh, sorpresa, aquel humano carecía de botón! Y además, se las sabía todas: con una llave, seguramente aprendida en alguna recóndita escuela oriental de artes marciales; o tal vez con la ayuda de algún poderoso narcótico, ¡había conseguido volverlo tonto! Cuando se quiso dar cuenta estaba tumbado panza arriba, con los ojos cerrados, esperando su fin. El sádico humano se retiró, dejando que otras de su especie remasen la faena, rascando la barriga de la indefensa víctima hasta que sus miembros se descoyuntaron de tanto patear...
... No sé qué me pasa: pretendía colgar algunas fotos de peces y, cuando me he querido dar cuenta, ¡se me había llenado la entrada de chuchos!
4 comentarios:
jajajajaj
que ingenioso y que careto!!! jejeje
(Antón y perro por ese orden :P)
Tiene cara de cromo de Bollycao, ¿a que sí? :-)
Jajaja, grandioso, Antón! Top 3 de entradas preferidas!!
Muak
.... desde luego tenéis unas preferencias por las entradas... :-p Gracias a ti además porque, evidentemente, la segunda foto no la saqué yo :-)
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