Dos por el precio de una: Santiago y Pontevedra en el mismo día. Y vaya si lo he disfrutado... A lo tonto a lo tonto se me iba escapando el Año Jubilar sin yo poner un pie en Compostela; y como el siguiente no toca hasta dentro de once años no era plan de ir desperdiciando ocasiones de ganar una Indulgencia Plenaria, que cuantos más años se tienen más falta van haciendo. Así que nada más bajar del tren la catedral fue mi primera parada, sorprendiéndome la cantidad de gente que ya desde primera hora hacía cola para entrar por la Puerta Santa (subiendo bastante por la rúa da Conga), y también la cola que había para confesarse.
Después de desayunar me entró el agobio habitual: cada vez que voy a Santiago me dan ganas de recorrer en un día lo que en cuatro años, y empiezo a dar tumbos de una calle a otra. Esta vez cuando conseguí centrarme decidí dar una vuelta por la Plaza de Abastos, para sentir un poco de “galeguidade”, que como mejor entra es por el estómago. De camino luego al Campus Norte, al encuentro de Ángel, me encontré con el Obradoiro tomado por los militares: eran las tropas de la Brilat encargadas de tomar parte en la ceremonia de Traslación del Apóstol, acto previo a la clausura mañana del Año Santo.
aDespués de desayunar me entró el agobio habitual: cada vez que voy a Santiago me dan ganas de recorrer en un día lo que en cuatro años, y empiezo a dar tumbos de una calle a otra. Esta vez cuando conseguí centrarme decidí dar una vuelta por la Plaza de Abastos, para sentir un poco de “galeguidade”, que como mejor entra es por el estómago. De camino luego al Campus Norte, al encuentro de Ángel, me encontré con el Obradoiro tomado por los militares: eran las tropas de la Brilat encargadas de tomar parte en la ceremonia de Traslación del Apóstol, acto previo a la clausura mañana del Año Santo.
Al ver a los soldados tan puestos frente a la fila de autoridades que había disponibles para la ocasión, coqueteé con la idea del magistral golpe de efecto que sería que de repente los fusilasen a todos. Pero pasaban los minutos y allí ningún asonado abría fuego, así que me fui antes de que comenzasen a gritar “vivas” al rey (¡gracias, académicos!) o cosas parecidas.
Tras arreglar un poco el mundo con Ángel me encontré con más viejas glorias de La Estila, Jaime y JavierM; y juntos nos fuimos a Pontevedra, a comer con Raúl y Jesús. Tras la llovizna insidiosa de Santiago, fue un alivio que Pontevedra se presentase casi soleada y con temperaturas tarifeñas. Comimos espléndidamente, y después, mientras nos tomábamos un café en la terraza del jardín del Parador de Pontevedra (con un macho espectacular de lavandera blanca enlutada a pocos metros), fuimos pergeñando un plan para bajar a la JMJ en agosto un grupete de antiguos residentes del colegio mayor y demás personas con encanto.
Vuelta a Santiago, último paseo y de nuevo a Ourense. Podría parecer una jornada agotadora, pero me he divertido de lo lindo. A ver cuándo repetimos...
Tras arreglar un poco el mundo con Ángel me encontré con más viejas glorias de La Estila, Jaime y JavierM; y juntos nos fuimos a Pontevedra, a comer con Raúl y Jesús. Tras la llovizna insidiosa de Santiago, fue un alivio que Pontevedra se presentase casi soleada y con temperaturas tarifeñas. Comimos espléndidamente, y después, mientras nos tomábamos un café en la terraza del jardín del Parador de Pontevedra (con un macho espectacular de lavandera blanca enlutada a pocos metros), fuimos pergeñando un plan para bajar a la JMJ en agosto un grupete de antiguos residentes del colegio mayor y demás personas con encanto.
Vuelta a Santiago, último paseo y de nuevo a Ourense. Podría parecer una jornada agotadora, pero me he divertido de lo lindo. A ver cuándo repetimos...
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