Aunque aprendimos mucho durante toda la excursión, la parte más “científica” estuvo concentrada en el primer día y medio, en Extremadura. Aprovechamos los viajes en autobús para hacer índices kilométricos de abundancia de rapaces, y además realizamos estaciones de escucha para comparar las comunidades de aves de dehesas y medios esteparios, como los dientes de perro de La Serena de la foto de arriba.
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Y además de las actividades accesorias que acabo de comentar, nos dedicamos con pasión a la principal: disfrutar de la naturaleza. En las Vegas Altas del Guadiana, los arrozales en pleno fangueo nos tuvieron muy entretenidos viendo zancudas y limícolas mientras esperábamos que las grullas entrasen a dormir.
a Visitamos el embalse de Azután, en Toledo, para ver aves acuáticas; y en los cortados aguas abajo de la presa de García de Sola (en la foto) nos sorprendió una pareja de águilas perdiceras Hieraaetus fasciatus que apareció de improviso entre los numerosos buitres leonados; sin duda para mí la observación del viaje, ya que era la tercera vez que veía esta escasa especie, más frecuente en la Península en las sierras costeras mediterráneas.
Y en un lugar para el profano a priori tan impropio para ver bichos como puede ser un vertedero, cientos de cigüeñas, garcillas, cuervos, milanos reales y gaviotas; todos desayunando con lo que a nosotros nos sobra.
El martes tuvimos nuestros mases y menos con la lluvia, que ya no nos molestó más en toda la semana. El viaje iba cada vez mejor y alcanzó su clímax el miércoles en Huelva; pero eso ya lo dejo para mañana...
El martes tuvimos nuestros mases y menos con la lluvia, que ya no nos molestó más en toda la semana. El viaje iba cada vez mejor y alcanzó su clímax el miércoles en Huelva; pero eso ya lo dejo para mañana...
1 comentario:
gracias amigo! gran post!
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