En Madrid suele hacer sol. En verano de vez en cuando mucho calor. En invierno a veces bastante frío. Llueve, de tanto en cuanto; más o menos de lo que debería, según a quien preguntes. Nieva alguna vez; sopla el viento fuerte bastantes más. Pero lo realmente raro es que haya niebla: una niebla densa, lechosa, que tarde horas en levantar. Una niebla como la de ayer. No estamos en un valle cerrado, el aire suele estar bastante seco y en movimiento y, en comparación con el tamaño de la ciudad, nuestro río es una meada de Peñalara; he ahí los principales motivos por los que la niebla aquí es algo tan raro, algo capaz de acaparar ayer el grueso de las conversaciones banales: mucho más que la enésima huelga de Metro, mucho más que Gandía Shore, mucho más (como si hubiera que decirlo) que las elecciones del domingo... Niebla. Y después, tras un fin de semana lluvioso, el sol manchego agradecido y tibio de mediados de otoño. Que dure...
2 comentarios:
[Por explicar por qué me gustan algunas entradas (como esta)]
Me gusta cómo está escrita: las frases cortas en una estructura periódica (y el ritmo que creas así), la intensidad, la gracia.
Bien; creo que sabré repetirlo alguna vez más, pero no siempre.
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