Claramente, ni por distancia ni por trabajo habría podido ir, pero eso no quita para que hubiese deseado estar ahora en Sydney, participando en la XXI Jornada Mundial de la Juventud. En mi primera JMJ (París, 1997) apenas estaba yo saliendo de debajo de la boina; todo lo que vi me dejó alucinado, pero me quedé en la fase de rasguear guitarras berreando “Que viva España…” Fue en mi primera visita a Roma, en 2000, cuando por fin se me cayó la venda de los ojos y comprendí lo que significaba ser católico (καθολικός, “universal”). El Espíritu Santo consiguió que cada uno de los dos millones que estábamos allí sintiésemos que Juan Pablo II nos hablaba en privado. Es difícil, vivir coherentemente con lo que uno cree cuando el mundo tira en otra dirección; es difícil dar la cara por Dios delante de los demás. ¿Es difícil? “E' difficile, ma con l'aiuto della Grazia è possibile…”
Y me cambió. Sustituí en mi cabeza la enseña rojigualda por la blanca y amarilla del estado más pequeño y más grande del mundo; pasando de en 1997 reírme a costa de los voluntarios gabachos a en 2005 ir a Colonia con un grupo de franceses. Católico… Cuánto bien me han hecho las JMJ; perdonadme cuando no sepa estar a la altura.
1 comentario:
Escribes tantas entradas que no hay tiempo a comentarlas todas...
A ver cuando nos haces una visita!!!!!!!!!!!!
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